DOCENTE DE PRIMARIA

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DAIP/CRT

lunes, 8 de julio de 2013

COMO HERMANOS


En el pequeño pueblo fue un nacimiento sonado. Dos hermosos gemelos rebosantes de salud. El primero alumbró con facilidad, como si ansiara llegar a este mundo. El segundo se agarró a las entrañas de la madre hasta matarla… Algo que el padre no perdonó jamás.


Al primero lo llamó Carlos, dedicó todo su tiempo y esfuerzo para darle felicidad. Las mejores ropas, los halagos más dulces, los mejores colegios. Al segundo lo llamo Pedro… Y asesino en privado. Lo vestía con harapos y le dedicaba palizas e insultos a la menor oportunidad.


Era fácil distinguirlos a pesar de ser idénticos; El mal vestido y cabizbajo, aquel de expresión triste y amargada era Pedro. El de faz resplandeciente, que dedicaba una sonrisa al aire en plena mañana, era Carlos. El amado.

El padre dedicó toda su vida a odiar y amar sin prejuicio alguno ni disimulo. Los hijos, cada cual con su destino establecido, alcanzaron la madurez a la par que su padre la vejez.

Ya en su lecho de muerte, mandó llamar a su hijo Carlos.

Dime, padre. Muy pronto abandonaré este mundo, y te quiero dejar todo aquello que he conseguido en la vida.

Padre. ¿No sería el momento de perdonar a Pedro?

¡Jamás! Bramó. si por algo me voy satisfecho, es por la vida que le he dado.

Debo confesarte algo, padre; tanto mi hermano como yo hemos tenido tu amor y tu odio.


No te comprendo… Nunca le he demostrado la más mínima muestra de cariño.

Nos cambiábamos la ropa… Nos hacíamos pasar el uno por el otro.

¡Maldito seas! Al menos tengo el consuelo de haberle amargado la mitad de su vida.

Pero, padre… ¿A quién? Porque uno tuvo el cariño de su padre la mitad de su vida, y el afecto y sacrificio de su hermano la otra mitad.

¿Quién de los dos eres tú? Preguntó desconcertado. Uno de tus hijos. Uno que te quiere. Y marchó sin mirar atrás.

Sospecho que el amor y el odio, se acercan más a un instinto que al sentimiento.

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