Un borracho derrochaba su salud, inteligencia y fortuna, visitando continuamente una y otra cantina.
Un día de tantos, al volver a casa, después de haberse embebido demasiado, perdió el juicio.
Su mujer, colmada la paciencia, metió al borrachito en un ataúd. Al despertar, viendo los candelabros y demás decoraciones funerales, el tipo creyó estar muerto. Entonces preguntó:
- ¿Qué hago aquí? ¿Quedó viuda mi mujer?
La mujer, enmascarada y vestida de negro, se acercó disfrazada de un potaje infernal.
El borrachito preguntó:
- ¿Quién eres?
Ella contestó:
- Soy la despensera del infierno, encargada de llevar comida para los condenados.
El vicioso, sintiéndose en las profundidades del Abismo, volvió a preguntar:
- ¿No traes algo que beber?
'Genio y figura hasta más allá de la sepultura'.
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