El joven creció y ya adulto fue robando cada vez cosas de más valor hasta que un día fue capturado en el acto, y con las manos atadas fue conducido al cadalso para su ejecución pública.
Su madre lo siguió entre la multitud y se golpeaba violentamente su pecho de tristeza. Al verla el ladrón dijo:
- Deseo decirle algo a mi madre en su oído.
Ella acercó su oído a él, y éste rápidamente mordió su oreja cortándosela. Su madre le reclamó que era un hijo desnaturalizado, a lo que él replicó:
-¡Ah! Si me hubieras reprendido en mi primer robo del libro aquel, nunca hubiera llegado a esto y ser condenado a una ingrata muerte.
Al nuevo árbol se le endereza tierno para que crezca derecho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario