DOCENTE DE PRIMARIA

DOCENTE DE PRIMARIA
DAIP/CRT

jueves, 20 de junio de 2013

Ojos Tocuyo Alejandro Medina Bustinza Poesía OJOS TOCUYO Lima Perú 2004



Alejandro Medina Bustinza


Ojos Tocuyo


Poesía


Lima Perú 2004



























DEDICATORIA:

Para ti hermano mío, habitante de esta tierra rigurosa, calumniado y saqueado por las sombras, para que nuestros anhelos y la resistencia común nos hagan sonreír siempre, firmes e indemnes.
Para mis familiares y los buenos amigos, impulso de mis sueños, por quienes amo y amaré sin limitaciones.





PRÓLOGOS

Una modalidad importante de la poesía andina está representada por Alejandro Medina. La estructura de la obra no se aprecia sino por la disposición de sus elementos más efectivos como aporte al desarrollo de la poética. Desde su primer libro valioso APU RUNCO (1991), de la parcela de los poemas, esta configuración evoluciona no a manera de matices prioritariamente, sino de variedades propias del genuino creador. Hay densidad, cierto, de la poética más preciada en este inicio sorprendente, la de corte nativo, y aún no se vislumbran las otras facetas que sí se forjan ya en esta última entrega, OJOS TOCUYO. Aquí se enrarece lo nuclear a favor de las otras formas ponderadas. Sin embargo, ésta es la razón del elevado nivel valorativo de este poemario.
En un sentido simplificador, HAMHICHA es el poema que simboliza el canto que caracteriza de modo cardinal al poeta, en esta obra. El encanto que linda con el vértigo, la euforia y la frescura del paisaje natural, los estímulos socioculturales del pueblo, constituyen esa constante que embriagarán siempre al lector. Nunca desligados de su musicalidad rural, de exclamaciones reiterativas de entonación tierna manejadas con envidiable éxito, ¡Ay saucesito verde/ Ay verde esperanza…! (Saucesito verde); Hierbita del monte/ hierbita de hojas luna! (Hierbita de hojas luna). El uso de los vocablos quechuas, demostrando la capacidad de selectividad en relación a las imágenes respecto de la cantidad, calidad y pertinencia.
En cambio, BLANCAS MARIPOSAS, en su especie, más desarrollada, sería el modelo en la obra del vate, de la poesía comprometida con las luchas de su pueblo, con una postura socialista. La misma, práctica, mordaz y agresiva, trascendiendo la tibieza, comunica representaciones muy propias del autor, en la que nunca enajena el objetivo fundamental de lo humano, Fíjate, pues/ cómo arrastran sus lagartijas/ los indiferentes./…Y no saben/ cómo fecundar primaveras/ en la caída suave del girasol/ al posar la tarde en su agonía.
La derivación de una tercera modalidad mediante la síntesis de ambas sería una consecuencia a manera de un devenir. Y esto ocurre, entre otros, con el peculiar poema SAUCESITO VERDE. Esta conjunción se mantiene gracias al equilibrio de talento que constituye uno de los mejores atributos de nuestro poeta.
Las formas de los poemas hacen notar también las cualidades primigenias de la obra. La expresión andina, con apellido del autor, y la cualidad más endurecida y de prosa, con esa singularidad notoria del poeta.
OJOS TOCUYO constituye un paso más adelante del desarrollo DIVERGENTE de este auténtico creador. Lo cual enardece la expectativa no ya del lector hipnotizado por las estrategias del mercado y de la feria, sino del lector serio en la senda claroscura, permítase el adjetivo, símbolo de la creatividad y del misterio, de la evolución en el arte de la palabra.
Cierto que este camino, angosto, posee un centro muchísimo más estrecho, que ha costado sacrificios personales e históricos, que la reacción en vano se esmeró en cubrirlo con el asfalto de tanatos. El impulso del ser siempre sale triunfante, y los forjadores de ello supieron ofrendar lo más hermoso de su ser, su persona, vitalidad y vida, y claro está sus obras creativas. Maestros como González Prada, José Carlos Mariátegui, los forjadores de la poesía original en el país, José María Eguren, César Vallejo, el gran Carlos Oquendo de Amat, Martín Adán, Javier Heraud, el olvidado en poesía Manuel Scorza y otros en diversos géneros y artes… son los que sostienen el real itinerario de la historia cultural de nuestra sociedad. Alejandro Medina, conocido ahora como Apu Runco, conoce de sobra ese camino difícil de recorrer y crear. Los que hemos vivido su poética sabemos, también de sobra, que él nos saluda caminando y creando ese camino tan hermoso como importante del destino de nuestro pueblo.
Víctor Bradio





“…Los mejores textos del poeta Alejandro Medina Bustinza, Apurunku, están teñidos de un diáfano lirismo, y se inscriben dentro de aquel movimiento en espiral que le permite mirar hacia adentro, es decir, volver a las raíces pletóricas de puro sentimiento andino. Esta vuelta hacia la matriz y hacia el útero, implica también un regreso hacia lo instintivo, lo puro y lo no contaminado en donde el vate, ha de sentirse cautivo o prisionero del ojo y, se asoma a mirar desde las dimensiones más sensibles y desgarradas del alma humana, para desde allí, buscar en el amor el origen y la esencia de las cosas, sin dejarse siquiera domeñar ante la preceptiva y los puristas porque sus versos nada tiene que ver con esos banales juegos de artificios o esas piezas verbales de laboratorio, ni mucho menos con aquella actitud de aislamiento, de prescindencia del hombre y de la vida.

Por el contrario, el poeta unifica la vitalidad artística con la razón de vivir, porque en él la expresión o producción estética, es reconocible a través de su temple, de su nervio o de su forma de estar y de actuar en comunión unánime con la naturaleza, y el cosmos. Desde que conozco al vate, vi siempre clarear en sus ojos un intenso brillo, de inapelable tristeza, y van humedeciéndose ante el recuerdo y la remembranza del lar nativo. De allí, que su astro se desangra en ausencias y grises lejanías, como en los poemas: “Hierbita de hojas luna” y “Lejanía III” del poemario “Ojos tocuyo”

Hay fidelidad, devoción al terruño y a la mujer amada que surgen de la contemplación activa y del hondo estremecimiento que debe provocar toda buena poesía. Aquí poco interesa encasillar y juzgar sus valores estéticos – de acuerdo a una pedestre concepción occidental del arte – sino más bien obedeciendo a la visión andina, sentir a la vez, cómo el efluvio artístico junto al torrente vital hace que el lírida Alejandro Medina Bustinza —Apurunku―pueda vivir intensamente amando al amor y a su trágica belleza.
Antonio Sarmiento




OJOS TOCUYO
@ 1ra. Edición Lima – Perú 2004
@ Alejandro Medina Bustinza
Arte de portada: César Aguilar (Chillico)
Email: apurunco@hotmail.com Celular: 998779560

Hecho el depósito legal en la biblioteca Nacional del Perú No 150101- 2004-6667
Ley 26905- Biblioteca Nacional del Perú.
Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra sin previa autorización escrita del autor.








I.- Ojos Tocuyo




«Te miro flor de peña, el rocío rojo que cae como lluvia en mi palabra, las manos del viento que salen de mi pecho para sorber tu sangre,
qantu, cantutita colorada...»

Félix Huamán Cabrera
(Qantu flor y tormenta)






Constelaciones

Amo tus ojos de tal manera
como amo a los míos.

Porque sólo
a través de los tuyos
y los míos
me reafirmo íntegro
en la música crisálida de las escarchas
en vez del ruido a magnesio de las bestias.

En el vuelo maravilloso de las aves
en vez de los dardos trituradores del viento.

Amo tus ojos de tal manera
como amo a los míos.

Porque creo en las manos y pienso
que soy el grano milenario sobre la tierra
el péndulo mágico y armonioso de las aguas
sólo a través de tus ojos
y los míos.

La libertad no tendría sentido de justicia
sino fuese por el río cristalino agitándose
desde nuestros ojos hasta el canto.

Amo a mis ojos
como amo a los tuyos.

Porque sólo
con los tuyos
y los míos
junto a los sueños pedernales
sobre tu pecho y el mío
puedo amar intenso
el grito de las montañas.

Puedo amar de las praderas
sus verdes retamales.
Sus labios dulces de la canción enamorada.

Amo a los tuyos
como amo a los míos.

Porque sólo a través de ellos
nuestras manos
serán aromas convulsivas de navíos
constelaciones infinitas
de las estaciones más puras de los cóndores.



Distancia

Al amanecer
¡ay retama retamitay...!
sin tus ojos
el firmamento
está afligido
nebuloso
friolento y lejano.

Está lluvioso
y ha prolongado
el temporal
sus turbios enojos
sobre mis paraguas
deshojadas.

Al atardecer
¡ay retama retamitay...!
con tu ausencia
ha crecido inmenso
el callado de la noche.

Ha caído siete veces
la distancia
justo en el kilómetro
de tu partida
y el café amargo
ha desgarrado
las tertulias
de mis últimos versos
que fueron dedicados
tan sólo para ti.

Mañana al anochecer
¡ay retama retamitay...!
tú… ya no estarás en la canción
y ya no habrá música para mí.

Aroma de maíz


Hubiéramos sido así.
Así...trigo mielado
de cactus
deslizándonos
sobre nuestros labios
de bosques fastuosos
caricias de lunas cuculíes.

¿Qué son las golondrinas de Bécquer,
la bella Julieta de Shakespeare
junto a Felipa y Justinacha de polleras púrpuras,
junto al poncho de ríos umbrales
waraka a la cintura de Rosendo Maqui...?

Hubiéramos sido así.
Así...pradera humedecida de maíz
lluvia fecunda
música embrujadora de las montañas.

Si así nomás teníamos
el cielo azul declarado
la tierra dispuesta
y todas las estaciones por nacer.

Hoy sólo quedan vacíos los cántaros.
El río charangueador está callado.
Tímidos aguaceros burbujean
estériles fangos de sequías
y nuestra chuklla solitaria
está tosiendo tu ausencia.

Hubiéramos sido así.
Así...estrella cercana
la tierra fértil
el trigo compartido.

Tal vez, tal vez, en los otoños
ya no se festejarían violines dolientes
ni permanecerían mudas las lechuzas
con sus infames encubrimientos
de míseras y crueles cómplices nocturnas.

Hubiéramos sido así.
Así, de sueños eternos
gaviotas y latidos continentes.
Así, de labios encendidos
y dulces chirimoyas
si tu ausencia
así de repente
así de ingrata paloma
jamás hubiese repicado mi puerta
ni permanecido tu presencia
de imposible olvido
cerca muy cerca de mí.



Ojos tocuyo
“…Demás decirte, de este amor mortal que me dice,
que en el mundo no hay otra mujer, que ame como a ti…”
Ulises Valencia

A veces cuando todo ya parece lejano,
cuando los astros reiniciaron sus partidas
tras horizonte como flamencos exiliados
danzando sus oleajes despedidas...

es allí cuando de pronto
vuelves tú
frontal y sorpresiva
agitando tus pétalos armoniosos
tu cabellera azabache
y otra vez ya estás en mí.

Vuelves con tus ojos tocuyo
con tu aroma verde retamal
de amancay toraína
cubriéndome en tu arrullo terciopelo
encendiendo mis labios
sobre tu piel blanca azucena
y otra vez quedo prisionero de ti.

A veces cuando todo ya parece haberse acabado,
cuando en mis canciones atardecieron
sus clarinetes los pajarillos
de tanto haberte esperado
en cada primavera,
es allí cuando inesperadamente
vuelves tú.

Vuelves presurosa
en silencio.
Vuelves y ya estás en mis sentidos azules
como el canto dulce del jilguero,
pero luego te alejas
misteriosa, indiferente
entre precipicios desafinados del aguacero
como si nunca hubieras llegado a mí.

Y yo,… en soledad paciente
pronuncio tu nombre
y otra vez quedo trémulo sin ti.

A veces cuando todo ya parece olvidado
¡ay ingrata... vuelves violenta...!

Vuelves con tus labios capulí
tu risa de viento, tus marejadas
y otra vez estás en mi música eterna
¿ será porque jamás te has ido de mí...?



Azucena

Entre secretas melodías
de una lejana canción
quisiera que sepas
¡ ay ingrata azucena...!

Mientras las aves agitan
sus acribillados velajes
en atardeceres agrestes
tras el horizonte
ya sin retorno...

Distante tú
las noches frías
entrelazadas al desvelo
festejarán
sus largas esperas
sobre mis vértebras
entristecidas.

Distante tú
el desbaratamiento
arrasará
con sus turbios anuncios
aquel palomar nuestro
y habrá aflicción
en el firmamento
los pájaros heridos
la quena silenciada
los detonadores
en la espalda del rocío.

Entre chasquidos azules
doliente melodía
de la canción última
de tu despedida,
quisiera que sepas
¡ay ingrata azucena...!

Mientras la lluvia moje
con sus caídas plácidas
sobre el vaivén de los pajonales
y los ríos desborden
sus violines
por las montañas cataratas...

Distante tú
Serán, serán, más lejanas
las sinfonías
de los manantiales.

Y cercano
muy cercano
el ensañamiento
del silencio
el viento amargo
los óvulos aniquilados.

Distante tú
será llaga incesante
en mi palomar
aquel afirmativo tímido de tu …. no
y algo desarticulado, pero ansioso de tu …. sí.





Cautivo de unos ojos

Dejé mis labios olvidados en un horizonte de mariposas…”
Fernando Manrique Enríquez


Mujer,… cómo no he de vivir en tus ojos.
En aquellos tras el alisado pedernal
donde destellan aureolas esmeraldas
poemas intensos, noches serenatas
como guitarra fecunda—
trayéndome tu risa de lluvia
hasta el yunque diáfano
de mis labios
por ti sublevados.

Mujer,… cómo no he de coger tus ojos.
Acariciarlos con los míos en cada momento,
si con sólo dibujarte en mis granulaciones
desde infinitos espacios de mi pensamiento
mis trigales se llenan de poesía.
La luna se viste de liras llamaradas.

Mujer,… cómo no he de amar tus ojos.
Aquellos acrisolados rocíos
de suave arrullo cañizal
que apaciguan mi cruel melancolía
en festivos geranios de las montañas.

Mujer,… cómo no han de ser tus ojos
eternos elementos en los míos.

Y los míos
capulíe y zorzalillo en los tuyos.

Cómo no han de ser
fuego inextinguible
abrazándonos íntegros
por todas las riberas de mi poncho.




Mortal instinto

Llegaste de nuevo
de repente
sin demora
sin ruido ni mortaja.

Llegaste
suave y tierna
como hojas sueltas
en otoño
hasta el doliente
invernal
de mi habitación.

Llegaste
y de pronto
me recluyes
en tu espacio ardiente.

Encadenas mis ojos
en los tuyos.
Me cubres
en tus ramilletes
de fuego y río.

Me seduces
me encarcelas
y presiento tus fatigas
en mi mortal instinto
y una vez más
cerca y lejana
estás de mí.

Llegaste nuevamente
precisa
y a escondidas
entre matorrales
de luna creciente
insomnio amargo
de mi desolación.

Llegaste
pero hoy…
ya no me encontrarás.

Tú… como siempre llegas
sin anunciarte
pero en esta vez…
¡ya no me hallarás aquí!

Ya no seré
aquel puerto
apaciguando
tus extenuados navíos
en cada instante
de tu arribo.
Sólo encontrarás
despedidas
en nuestra querida cabaña.

Una canción lastimera
nevará sobre el tejado
al llegar el alba
y cuando pretendas
volver de nuevo
como vigilias parihuanas
por el horizonte
buscando
sus playas totorales —
yo ya no estaré aquí
cerca ni distante de ti.

Llegaste de nuevo
a la hora señalada
en completo mutismo.

Llegaste
ansiosa y bella
encendida
y dispuesta... quemándome todo.



Ellos te dirán todo de mí


Escarbo el silencio de la noche.
Me aferro de tal manera
de sus trenzas desordenadas
para de una vez por todas
oigas lo que debo decirte:

No fue la luna
quién nos obligó
descubrir los relámpagos
en la humedad de nuestros labios
bajo el laberinto
de aquel cielo apasionado.

Tampoco fueron luceros
quienes llegaron danzando sus resacas
a media noche
por los caminos irretornables
dispuestos a medirse
contra amarillentas
sombras de largos reptiles
en algún paraje de pesadillas.

¡No amada mía...no!
No fueron ramilletes de cristal
tus fantasías únicas
que amapolaron
mis huertos de chirimoyas.

Ni fueron tus besos
quienes amartillaron siempre
en noches de luna apasionada—
sobre grietas escarlatas
abiertas hasta el río
en la espalda de mi pecho.


Talvez ya olvidaste...
¿Por qué mis versos en tardes crepusculares
amanecen siempre en ti...?

Pregúntale a tus ojos
una mañana cualquiera...
¿Por qué tus miradas desde sus retinas cerriles
con todo de ti
encienden mis noches incesantes...?

Pregúntale al fuego de tus sueños
antes de abrir
el crisol de tu corpiño
y le ofrezcas tu secreta
y húmeda geografía…
¡Ellos te dirán todo de mí...!



Acelga
A tus ojos, cubriéndome feliz.

Estoy pensando
siempre en ti.
De pronto
has ocupado
espacio
en mis marginales
deshabitados.

Has desprendido
de mis noches frías
sueños lejanos
convirtiendo
el vacío
en estrellas cercanas
a mi ventana.

Estoy pensando
siempre en ti.
Has vuelto
conglomeraciones
a mis manos.
Ahora juegan
gaviotas
en mis ojos.
Las playas
risueñas
anidan melodías
a tambores
primaveras.

¡Ay de tus ojos
charangos…!
color a la tierra amada—
brota
la luna llena
cubriéndome feliz
de suncho y acelga.

Estoy pensando
siempre, siempre, en ti.



Otra vez… vida mía

Otra vez… vida mía
nuestras miradas
están próximas avinagrarse
en el mortuorio nacimiento
del silencio nuestro.

Bajo este atardecer lánguido
el pakpako ha empezado
a sermonearnos
con toda su sentencia nocturna.

Y tanto ha llovido tanto
a sobresaltos
las ráfagas penumbras
a gota gorda
en fatal distancia.

Otra vez…vida mía
nuestras melodías
han gemido a duelo
desde sus violines
sin partituras
ni públicos.

Sin vinos
ni abrazos
un día sin cumpleaños.

Entonces…vida mía
hoy se hace necesario
sacudirnos de las sombras
para que nunca más se subasten
nuestros ojos en cautiverios
ni permanezca el trigo arrinconado
ni haya juguetes huérfanos de niños

O quizás ¡ay vida mía…!
ha llegado ya el momento
de retornar al fuego
de nuestras caricias
para tejer azulejos atlánticos
en cada puerto de nuestros labios
donde tú y yo
en la contienda
de la vida y la muerte
danzaremos a las tijeras
por todas las partículas
de nuestros sueños.



Lecciones de amor
De una manzana

Aló… ¿existe lecciones de amor
de cómo zurcir la noche…?

Mi pantalón cojea
desde su bolsillo resquebrajado
pero la manzana me dice:
¡no me digas nada…!

Su geometría deshilvanada
se deforma al precipicio
inevitablemente.

Yo acuso
a la llamada telefónica
por su inoportuno y oscuro
concepto del amor.

Mi pantalón cojea
hacia el ángulo de mi sombra.

Por su ventana abierta
esta noche cómo quema el frío.

Ella, embravecida vocifera:
¡malditos roedores
el amor no existe para los gusanos…!
y yo sólo digo:
¡escuchen cómo habla
la manzana de ojos tinto…!

Mientras tanto
sorprendido está el palomar
y ausente la costurera.

Después de todo…
qué sabe la manzana
de los inviernos sin abrigos.

De la coalición de los hemípteros
que jamás fueron por las hierbas de pechos heridos
sino, sólo por el olor a ramerías
por el barril de gotas fúnebres del desierto…

Mi pantalón cojea
como río desbordado de su cauce.

Pronto
que vengan tus ojos
a cubrirme con sus veranos.

Ven tú también
deja ya tu egolatría
actúa alguna vez.

Que venga un cirujano,
una aguja con hilo de luna.

Que venga el sastre
¡y no me digas nada…!





Serenata

Entre parihuanas y hortensias,
este canto se hizo sólo para ti.

Si tú me amaras tan sólo con tus ojos
sería hermoso…muy hermoso
¿acaso más hermoso que aquel gemido dulce
de la piel enamorada bajo luna llena
entre sauces romerillos de miel y aguacero…?

Si yo fuera tu objetivo en tus plácidos sueños
en la orilla del río de verdes juncos,
en aquel huerto de hortensias duraznales
siquiera por un instante y nada más
¡ay más hermoso todavía sería…!

Yo en cambio jamás te amaría
en la solitaria habitación de un sustantivo
lejos del verbo
y de la canción enardecida.

Ni jurarte te ofrecería
hostias ni vírgenes amapoladas
que sólo son filamentos efímeros de las apariencias
en el conglomerado compromiso preestablecido.

Tampoco te adornaría con las rosas de las florerías
ni con las hojalatas vanidosas apócrifas
que sólo sirven para infundíos de los escaparates
donde distantes solitarias alardearán sus fósiles
de tanto buscarse en el rostro del espejo.

Menos a la luna
te prometería bajar hasta tus cálidos pies
para llenarte de estrellas frívolas lejanas
tú sabes… ellas no caben en nuestro maizal.

Yo sólo te amaría
en el fuego inmenso de mis manos
palpitando desde todas las sangres
de mis arterias turbulentas,
en cada espacio y en todas las horas
que existen bajo el sol.

Te amaría desde mis magmas celulares
en los millones de mis glóbulos rojos,
aquí en contacto fecundo, entre magnolias y geranios
junto a los míos
y junto a los tuyos.

Porque ellos son los mejores afirmamentos
de nuestra historia de amor y canto.

Sólo ellos conocen mejor que nadie
las enormes distancias que vengo recorriendo
para llegar a ti.

Yo sólo te amaría entre las hierbas
del sembrado cañahual
con mis ojos danzando waylías multicolores,
mi poncho wairuro, chalina color intimpa
recorriéndote húmedo y libre
por toda tu espesura virginal—
con mis labios repletos de fogatas estelares
ardiendo en tu sustancia más infinita de mujer.

Yo sólo te amaría
en el transparente rocío de mis manos
abrazándote para siempre.



Ojos eternos

A los pajarillos de todos los espacios,
en especial, a los de Sarita Colonia - Callao.

Querido alumno…
Yo sé de tus ojos lluviosos de cicatrizadas estaciones,
de tu piel descalza entre cascajos
sobre la espina dorsal de tu marginalidad doliente.

Yo sé de tus brincos cervatillos y cometas
revoloteando sueños de mágicos continentes
en cada espacio de tus fantasías
cuando vas y vienes
provocando pudor a las rosaleras
con tus juegos exóticos, carita sucia, tus travesuras.

Y cómo festejas las risas
de las hierbas comunes como tú
en la más elevada expresión colectiva inocente.

Querido alumno…
Yo sé de tus miradas desiertas de largas ayunas
ahí en plena sequía, haciendo brotar sonrisas
rondas danzarines, coros de abriles... mayos
convocando vientos en millones palomares
con tus trompos y canicas de relámpagos zumbidos.


Yo sé de la tristeza del vacío de tu lonchera
del sabor amargo que te sabe las avenidas
con sus broaster, espaguetis cola manías.
Y cómo te exigimos las fiestas patrias
ceremonias escarapeladas
somos libres…rojo y blanco
pero prohibido el color de tu piel
desfilar de capitán, general,… menos de almirante.

¡Y las tareas…benditas tareas…!
páginas toxicómanas
repletos de héroes capituladores
oradores agrios, paraísos frívolos…
¡todos despojadores del trigo y de Jesús…!

Yo sé de tu silenciosa interrogación:
¿Cuándo será aquel día donde juntos desfilaremos
con Manco Inca, Grau , Atusparia…
y con aquél que quebrantó con un solo brazo
los cuatro pescuezos de los tiranos…?

Yo sé también de la ausencia del villancico
sobre tu mesa extenuada en cada diciembre.

Que la navidad es sólo el antifaz del consumismo
festejo bélico... de caifaces y chacales
donde Jesús jamás está informado
del uso sombrío que hacen de sus palabras…
¡ay fríos sepultadores de la canción del nacimiento…!

Querido alumno…
Yo te abrazo con mis ojos encendidos de miel
desde nuestros orígenes fontanales
hasta el trigal de la tierra ovulada
¡hierba aguamiel de las escarchas…!

Yo te abrazo, porque ellos nos entienden
de dónde somos y hacia dónde iremos
al compás de los cristales del alba querida.

Y saben también que siempre serás
el fuego amoroso en la nevasca de mis manos,
donde yo soy
el demoledor incesante de tus sombras.
Y tú eres
libertad sembrada en el amor de los hombres
continuidad de mis versos
ojos eternos del manantial.

Angilda

A mi madre: Ángela e Hilda

Seré mamá
me dijo la tierra.
Y abrigó al beso
en el fuego intenso
de sus ojos.

Y creció libre
tuvo granos…millones de granos
¡qué infinita es ser mamá!

Seré mamá
me dijo la hierba.
Y se hizo árbol
de mariposas se vistió.

Luego
fruta sabrosa y miel
¡qué dulce es ser mamá!

Soy mamá… otra vez
me dijo mi madre.

Entonces le pregunté:
¿dónde está tu tierno bebé ?
Hijo mío
me contestó—
eres tú
y siempre serás
mi tierno bebé
¡qué hermosa es mamá…!
















II.- CHEQOLLO



En esta fría tierra siembro quinua de cien colores, de cien clases, de semillas poderosas.
Los cien colores son también mi alma, mis infatigables ojos.
Yo, aleteando amor, sacaré de tus sesos las piedras idiotas que te han hundido…”

José María Arguedas
(Llamado a algunos doctores)



Hamhicha

«Por lo que fuiste, eres y serás siempre
la razón de las gaviotas por el horizonte...»


Con tu pollera al viento
maranganí
a la medida
¡ay cintita morada
de acrisolado chumpi
tu pallai lliklla
al vuelo...!

Así nomás
has de llegar
por aquel caminito
como tarukas y pichiuchas
hasta mis cantos chacareros.

Allí juntos danzaremos
entre peñascos
incandescentes
salpicados de molles
pajarillos perseguidos
palabras hechas
de capulí
y surcos cañahuales.

Allí nomás
en la orilla del río
esperaré tu retorno
hasta el amanecer.

Por eso
ven a coger
mi sombrero
con tus juegos de vicuña.

Ven a beber
mis desiertos
con tus aguas
de trillas colibrí.

Con tu pollera al viento
maranganí
a la medida
¡ay cintita morada
morada cinta!

Así nomás
has de llegar
por aquel caminito
entre tumbos embrujados
a copular
tus ojos con los míos.

Y yo seré tu grano
tu rocío
tu relámpago.

Y tú serás
tierra húmeda
naturaleza rebelde
mi humanidad
¡mi conspiración!



Poncho
A mi hermano Armengol

Ha vuelto
la lluvia
con sus juegos
de cometas.

Con su lenguaje
de arbustos
sabor a fiestas
hechiceras
labios dulces chirimoya.

Ha vuelto
el poncho
con sus ojos pardos
danzando
sus colores
enamorado de Petronila
cantando a Luzmilacha.

Ha vuelto
por los linderos otoñales
cargadas
de asonadas primaveras.

Los parajes saltan
sinfonías de tambores
vicuñas de oro
y cóndores de plata.


Qué has hecho corazón

A esta hora crepuscular
el sol
ha ensombrecido
sus llamas en mi pecho.
Ha llovido penumbras
en mi puerta
la soledad infinita

¿Cómo es posible amor
cerca muy cerca
y tan lejos estás de mí...?

¡Ay corazón no mueras!
¡Ay corazón qué has hecho!

A esta hora precisa
mis ojos
como noches sin luna
desvanecen sin ti
en silencio cautiverio.

Y no es justo corazón
buscándote como te busco
con mis libélulas encendidas
a este avecillo taciturno—
tú ... negándome
a tus ojos mi charango...

¡Ay corazón no mueras!
¡Ay corazón qué has hecho!



Llegado el momento

Porque
llegado el momento
el maíz
se siembra
en su infinita
justa época.
Y
es de color
poncho y pollera.
Y
es de sabor
a tierra y cielo.

Porque
llegado el momento
se ama
o se odia.
La vida
o la muerte.

¡Sólo los granos
brotarán eternamente.!



Cheqollo

A mi madre: Hilda Bustinza Huillca
estación infinita, música del tiempo.”


Cheqollito juguetón
gotita de sol
puñado de canto:
Anda y sujétale
de su bayeta de nogal.
Dile a Joseluchay
que retorne pronto
aquí... a sus flamencos pajonales
a su universo infinito.

Allá no es buena la rosalera.
Allá las penumbras rumian
ubres de lagartas
y la piel se joroba
en cada beso
de una hostia transfugada.


Cheqollito saltarín
chispita de monte arriba
domador de precipicios:
Anda y dile que vuelva
no es bueno el arenal.

Allá dicen que todos claudicaron
ya nada queda
de sus cantos dulces quinuales.

Dicen humanos están de quiebra
y yo quiero a mis polluelos
verlos jugar
brincando sobre mis rodillas
como chillikus bajo lluvia
derramando sus risas a los vientos
laceadores de truenos ariscos.

Cheqollito anunciador
ya no repiques margaritas
¿qué saben los injertos
de primaveras y maizales...?
En vano imploras que vuelvan.
Allá dicen, fueron resquebrajadas
sus clavículas de mazorcas
en millones de tugurios marginales.

Sus entrañas
en sorbos amargos de cafés.
En zozobras y cárceles
sus inocencias...
¡él ya no volverá...!

Deja ya de mojar la tarde
sacude tus alas
tus paciencias.

No más pesares
en el pecho del corpiño.
Con lamentaciones de palomas
el trigo jamás sonreirá
en los labios comunes de las mesas
y yo quiero a mi Joseluchay
deshierbando a las miopías
triturando látigos
de las risas oscuras.

Cheqollito madrugador
ya no cantes despedidas.
Hoy mismo
al final del invierno
danzaremos
a barbechos
a fuelles
al crujir de takllas
y verdes cañaverales.

Que vengan las cascadas
los geranios
que vengan todos aquí.

Apaga tu llanto
el río está furioso.

Allá han despedazado
en mil calumnias
las polleras de Celedonia
y Virginiacha.
Pero deja ya de mojar tu pecho
¡él ya no volverá...!

¡Ay cheqollitoy… cheqollitoy!
Inicia tus alas doradas
tu retorno
tu norte.
Por los que amaron a la tierra
y sembraron la vida.

Por las ojotas incineradas
y las palabras silenciadas
en plena primavera.

Por las montañas ensombrecidas
en cementerios de claveles
y margaritas.

Por las gaviotas
y los luceros de ojos azules.

Por el día inmenso
apaga tu llanto
enciende tu poncho.

Abre esa puerta de larga espera
prepara tus parajes
tus cascabeles al viento
que Joseluchay en madrugada...
¡sobre sus huellas hechas de fuego
ha llegado con sus ojos diáfanos
y abre ya tus brazos totorales…!

A chirimoya y guayaba

Para ti: guayaba dulce
y mariposa cristalina de sauce.”

Cuando cercano
ya estés en mí
habrá calma
en los desbordes estallidos
de los ríos.

Mojará la lluvia eternamente
los caminos sauces
de tus labios
hasta los míos.
Y tu voz
menos distante
danzará perenne
en cada amanecer
de nuestros ojos.

Cuando cercano
ya estés en mí
cantará el urpi
aroma huerto
de tus besos
y festejarán
allá en el firmamento
guayabales rítmicos
y chirimoyas centellantes.

Cuando cercano muy cercano
ya estés en mí
nacerán en los parajes
el canto nuevo
de las montañas.

Crecerán libres
el rocío
las flores rojas
los pajarillos
las manos juntas
intensamente infinitas.






tengo sed

Amado padre nuestro...
hoy quiero decirte
que hacen falta los pajarillos
por los espacios.

Están vacías las bateas
el frío quema el horno.

Y otra vez los cazadores
desde Hiroshima y Mururoa
han estremecido sus horrores
sobre las rondas cervatillos.

Y el canto se volvió lamento,
los besos
en juececillos alagartados
y el pan
lejano... más lejano
del consuelo de la mesa.

Amado padre nuestro...
hoy quiero hablarte por todos
en especial
por Joselo, Emiliacha y Antuca.

Cada mañana entre escombros
ellos buscan sus chozas.
Buscan sus muñecos de harapos
sus huertos
sus mariposas.

Ellos escarbarán, incluso, atardeceres
amarán la tierra desde tus heridas
por eso también serán mil veces sentenciados—
y con nuestras propias manos desenterraremos
en cada amanecer
infinitas hierbas frescas.

Tumultuosas palabras de vida
música de otoños
también de primaveras.






Laciegra

Por ese amor intenso
más grande que la carne y la falsedad...”

Gaviota
de fuego cabellera eres.

Melodía cercana
que vas y vienes
por el horizonte
siempre deseosa
húmeda
y dispuesta
en feliz vuelo
hasta mis playas desoladas
a mojarme
con tus escarchas cristalinas.

Aroma dulce
música de viento eres.
Y me despiertas
llena de risas
del mar infinito
en abierta armonía
con las estrellas viajeras
dibujadas en tus ojos.

Y yo
abrazándote
en silencioso gemido
estaré siempre... siempre
esperándote aquí.




Aymaraes

Gregorio, Marciano y Sergio: “los Amautas de Chalhuanca”
Magia, color y tertulia del canto a las hierbas.”

De ti
arcilla
unida
a mis columnas.

Grano de mis polvos
cóndor herido
piedra de fuego.


De ti
mis desbordes
mis cantos.
Como eres
tierra de hombres
eres tierra de dioses.

Frutal maduro
de prohibido lenguaje.

Enjambre misterioso
viento enamorado.

Aroma
de quinuales
plumaje de vicuñas.

De ti
relámpagos de trinos
desde mis llagas
de quinientas mil cárceles
a magnesio y suturas.

De ti
mis aguas
mis piedras
mis cataratas.




Hierbita de hojas luna

Porque te quiero quieres olvidarme
ay mi corazón olvidar no puedes...”
Jaime Guardia

Me voy mañana
¡hierbita del monte
hierbita de hojas luna...!
Cogeré
aquel camino inacabado
caminito de cabuyales desolados
que abrazarán en su ardor
mis fatigadas huellas.

Cogeré
aquel camino entristecido
caminito de cuyas despedidas
se precipitarán después
los pezones del desierto
en los amargos de mis resacas.

Pasado el día
tus ojos
ya no los veré.

Más tarde las noches
se convulsionarán por los rincones
sin luna clara en tu arrullo.

¡Ay pasionarias de huerto ajenjo
bajo tu sombra
encargo mi huayno...!

Retamita de común alegría
en tus bosques
mis sueños de alfarero.

Me voy mañana
¡hierbita del monte
hierbita de hojas luna...!
Cogeré
aquel camino curvo
camino grande
sin media vuelta.

Y estos labios míos
pronunciarán tu nombre
en la inmensidad
y cantarán las horas dolientes
como los tuyos.

Y tus ojos
en la distancia
lloverán cascadas
como los míos.


Jornada

Hoy
¿A quién esperas corazón...?
Si se fue
jamás volverá a ofrecerte
sus lluvias tibias
ni aquel terciopelo
sobre tu piel lúcuma
en cada incendio
de tus labios.

Déjala
¿Qué importa su amielada sonrisa...?
¿Acaso no fueron falsos
también sus labios...?

Será necesario amasar
estaciones nuevas
de gorrioncillos fosforescentes
pero sin dardos ni pajareras.

Sin jueces colmilludos
ni víboras... por la espalda.

Sin fríos censores
ni cúpulas.

Recuerda...
de la constancia
brotará el canto.

Otras jornadas
otras caricias despertarán
en el firmamento.
Lágrimas y sonrisas diferentes
recorrerán
tus bosques infinitos.

Hoy
¿A quién esperas corazón...?
sacúdete y déjala.
Aún la mañana
en la hora exacta
y en el lugar indicado
estará siempre
próximo a nacer
de nuestras manos unánimes.


Pájaros de fuego

Cuánto pues
extraño
tus ojos guayabales
encendidos
como eternos
pájaros inocentes
precisamente
a esta hora desesperada
al inicio del alba
cuando los árboles
armoniosos ofrecen
sus violines al viento.

En la distancia
las brisas
del mar mueren
sobre mis playas solitarias.

Y el vuelo
de las gaviotas
tras el horizonte
están llenas
siempre llenas, llenas
de ti...


Amancay

Cómo se retuercen
en tísicas hierbas... los eucaliptos
allá en Kisapata.
Han invadido
cuervos
murciélagos
proclamas miserables
de amores promiscuos...

¡Ay querer… querer
en vano es pues querer olvidar...!


Cómo se retuercen
en flagelos
y mutilaciones
quejas de charangos
llantos subterráneos.

En tos amarga y seca
de los ambulantes.

La cita médica del poeta
se retuerce
en cuatro pálidas
y desnudas aspirinas...

¡Ay querer… querer
en vano es pues querer olvidar...!

Caminitos viajeros
entre molles descalzos
sinfónicas cañabravas
colibrí del mirador.

Cómo retuercen inviernos
al labriego
en la puerta del primer
juzgado acusatorio
con el último código penal
de los despojadores.

Jueces... guarniciones siniestras
de moscas y lagartijas.

Infames culebrinos
devoradores de palomas—
eficaces en acertar
el tiro de gracia
al cóndor herido
al zorzal cantarino
allá en Kisapata...

¡Ay querer… querer
en vano es pues querer olvidar...!



Lejanía iii

Me queda tu sonrisa dormida en mi recuerdo...”
José Ángel Buesa

Desde que se hizo tu ausencia
en mis ojos
llueven tardes despedidas.
Desde que ya no estás conmigo
el río
ha olvidado sus cauces.

Ya no festejan mayos
los graneros en los trigales.

Hasta los pichiuchas
han callado sus charangos
en mis tejados.

El ichu está penando
sus tiernas perdices.
Han anidado cuervos
los campanarios.


Ya no se oyen
las faenas por las praderas
ni aparecen sudorosos
los viajeros
de trigo y horno.

Y han leñado en velatorios
los últimos paraderos.
Y palpitan inviernos
en mis labios
ya no vuelan mariposas
sin tus manos.

Desde que se hizo tu ausencia
en mis ojos
llueven tardes despedidas.





La partida

“Y jamás podrás alejarme de tus ojos...”

Bueno pues... ingrata
apaga ese mechero
ajusta la cincha.

Ha cantado el gallo
en madrugada.

Ha llegado
la hora infame
cruel
y áspera
de nuestro adiós.

Y de tus ojos
inviernan
pañuelos largos
pañuelos hacia el mar.
Lluvia incinerada
de tu pecho.

Y
yo seré
aquel viajero sediento
después de todo—

siempre serás
fresco manantial
al final del camino.



Amanecí sin ti

Amanecí
sin ti
espaciado
álgido
en súbita
penumbra
de la consumación
desdeñada
y completamente
distante
exilio salvaje
de la soledad.

Amanecí
sin ti
empapado
en lluvia
desventurada
de tu ingratitud.

Atormentado
y brusco
hasta el silencio.

Y en aquel duraznal
que fuera nuestro—
deliran palpitantes
tus largos gemidos
de azucena potranca
indómita...dulce
y otras veces
avecilla tímida
aguardando
en cada instante
mis labios
tus risas.

Mis manos
tus caderas.
Mis ojos
nuestros ríos.
Amanecí
sin ti
en completo
inicio
y final
de tu luna
desmielada
y de tu voz
inadvertida.

Amanecí
sin ti
sin mí.
Sin pocos
ni muchos.
Sin todos
ni nadie.

Amanecí
tan solamente
sin ti.





III.- AROMA VERDE RETAMAL



Para mis hermanas:
Trini, Nancy, Lita, Diana, Hilda y Anqui.
Y a su dulce y eterna memoria de Elizabeth.





Si tú no me alcanzas con el primer golpe, ¡anímate!
Si tú no me encuentras en un lugar, ¡búscame en otro!
He hecho alto en alguna parte para esperarte.”

Walt Whitman
(Canto a mi mismo)





Alturas

Al amigo y compañero Jorge Manuel Béjar

¡Coquita de arriba
corazón de almendra...!
Deshierba
tus espíritus dóciles al desprecio.

Tanto tiempo
agachas la cabeza
y jorobas la paciencia
de tu espalda.

Mira lo que han hecho
de nuestros sueños.
Con nuestros propios esqueletos
han fabricado cárceles.

Han convertido
nuestros estómagos
en cementerios de pólvoras.

¿De qué sirvió
blanquear mariposas
y amamantar palabras
culpándonos al pecho
de lo que jamás cometimos—
para luego vestidos de garzas
cantar eternidades
si después
el látigo
y el alacrán nos esperan...?

¡Coquita de arriba
corazón de almendra...!
Descarga
tus luciérnagas de escarchas
¡y vámonos a sepultar la noche...!



Si el pan llegase

Si el pan llegase
a las manos
amaría tu odio
con este polvo encendido
para que las serpientes
nunca más arrastren
oscuras etiquetas
en cada espalda
de un... ¡ay dios mío!
de la incertidumbre...
sino,
se desplieguen
de sabidurías y destrezas
sobre la tierra.

Besaría tus frívolas miradas
para que al puma
dejen de afilar sus garras
sobre los cactus de las escarchas...
sino,
perennice el acero del amor
de los hombres
en cada junco de los otoños
intensamente jubilosos.

Para que los cóndores
armonicen la paz
y el encuentro de las risas
en los infinitos jubileos
de las gaviotas
bajo un cielo azul inmenso
y para todos...

Sin radiactividad
ni fronteras.

Y acariciaría
tus rencores
tus desvelos
incluso tu indiferencia—
tus desprecios.

Y soñaría
en cada partícula
de tu naturaleza turbulenta.

Si el pan llegase
a las manos...
amaría a cada instante
todo, todo,
por ti.




Cucarachas

Hay la alegría de ser sano y de ser justo.
Pero hay sobre todo la inmensa alegría de servir...”
Gabriela Mistral

Ha engendrado la noche sus espinas.
Otra vez las riberas
están cubiertas de amuletos de judas
cáscaras de sombras
perversas... amarillentas escorias.

Y los tortolillos frágiles
aún inventan sus rondas
en los juegos comunes de las hierbas.

Ha engendrado la noche sus espinas.
Y en esta casa
roedores y alacranes
otra vez carcomen el canto.

Arañan los sueños
de los pájaros azules.
Señalan y sentencian
mutilar las palabras.

Han crecido sombras inmundas
en esta parte de la playa.
Están apolillando el aire.
Inundan de cuervos nuestras mesas
ríen...
mienten...
se apropian de los sombreros ajenos.

Falsifican...
y hasta lloran de puros reptiles.

Han crecido sombras
con sus buitres
aquí en cinco mil ochenta y dos.

¡Gaviotas del mar inmenso
ponte en alas a las rondas...
y a los juegos comunes de los vientos...!






Blancas mariposas

Fíjate pues
cómo arrastran sus lagartijas
los indiferentes.
Siempre están delirando
por el tiempo perfecto.
Por las estaciones
vestidas de rosas.

Y no saben
cómo fecundar primaveras
en la caída suave del girasol
al posar la tarde en su agonía.
Ni conocen
del frío despojado
de un invierno sin abrigo.

Nomás escucha
cómo desde sus instintos subterráneos
demoledores de sueños y palmeras—
los indecisos
alucinan purificaciones.

Como si no los conociéramos
llegan como blancas mariposas
los que nunca supieron dolerse
de los capullos calcinados
en Ucrania y Afganistan...
ni por las hierbas abatidas
en Beirut y Uchurakay...

Observen sus fingimientos
sus rostros de grilleros atufarados.

Temerosos del sol
lejos del tumulto
caminan escondidos entre sombras.

Un día después de todo
la tierra despertará sus faenas.
Dejarán de ladrar los chacales
se arrimarán salameros
a tu izquierda.

Entonces
ten cautela de sus colmillos
de su lengua azucarada en tu costado.
Pueda que la noche te sorprenda
con sus dulces de poetas asosegados.
Cuidado de su adiós
en el momento preciso de la despedida.

Del tercer beso en tu espalda.
Del reptil en tu mejilla.

Cuidado de su aliento
de su falsa brújula
al doblar la esquina.
Al atardecer
de su sonrisa esquiva.

Porque siempre harán arrogancias
de sus pergaminosos holocaustos
fieles servidores de las tinieblas—
harán alarde de sus grandezas
y grandísimas
blancas mariposas de papel.




Saucesito verde

Vengo ansioso de setiembres
sepultando noches
de largas pesadillas.
Vengo a kirkinchus de fuegos
por todos los caminos chúcaros.

Traigo trotes de cantos
espuelas de aceros.
Vengo despeñando penumbras
a imágenes y semejanzas
de todos los vientos...
¡ay saucesito verde!
¡ay verde esperanza...!

Vengo caudaloso
en millones ponchos
hasta el farol del reencuentro
con las constelaciones del mar bravío.

Llego esquivando
cien mil inútiles mandamientos.
Mandamientos cómplices
verdugos de sonrisas
máquinas sin rostros.

Te diré saucesito
desde el águila herido
de Korpuna y Huillcas Mayu
vengo danzando a huaracazos
como killinchus pateando precipicios—
repletos de abrazos
para el matador de pólvoras...
¡ay saucesito verde!
¡ay verde esperanza...!

Ya estamos cercanos
ya estamos aquí
ya estaremos todos.
Porque hoy estando juntos
mañana seremos música de maíz.

La razón de vivir
esparcirá su razón de ser.
Seremos taklla y minka
trigo y fuego.

Dejarán de roer las sequías
ni habrá látigos del ayer sombrío
en la espalda de la piel.
No más engendros parlantinos
ni quinientos infiernos
de mandamientos carnívoros.

Porque debe ser diferente
y será diferente.
Tal vez broten erupciones
como en los principios—
aún así será diferente.

Allí el sable
inútil y desahuciado—
desenvainará su muerte
sobre sus propios horrores.

Y con la tierra gestada de lumbres
fermentaremos labios
de mariposas capulíes
tus ojos y los míos... libres
abatiendo sombras.

Y aquí mismo
sobre nuestro planeta encarnecido
entre carnavales y yaravíes
junto a las polleras descuartizadas
de Antuca y Manuelacha
¡chaqmearemos los paqari llaktas...!

¡ay saucesito verde
¡ay verde esperanza...!



Astilla de sol

A los maestros del mundo: saboteados,
difamados, desalojados… pero siempre firmes”

Maestra: cómo fue posible habernos olvidado de ti
ahora cuando las estaciones empezaban
sonreírnos pajarillos
entre aplausos margaritas, vino tinto aterciopelo
y todas forjadas desde tus manos abejeras
artífices de montañas, azulejos y poesía.

Y hoy que la tarde ha llegado hasta tu ventana
mi rondín llueve gravitante agudos campanarios.

Maestra: cómo fue posible habernos olvidado de ti
tú que amasaste riachuelos en mis travesuras
fuiste luna encendida, pavor de las sombras
palabra amada, lenguaje generoso de maíz.

Y hoy que la tarde ha llegado hasta tu ventana
cómo quema el frío en silencioso adiós
y me hace falta tus miradas briosas de magnolias.

Recuerdo tus juegos mariposas en cada recreo
donde fatigaste tus mejores pétalos primaveras
y fuimos en tus manos lámparas maravillosas
como océanos blancos abatiendo tinieblas.

Y hoy que la tarde ha llegado hasta tu ventana
han callado sus cuerdas las bandurrias
se apagaron los vientos sin tus cabelleras.

Maestra: hoy elevaré las cortinas de mi voz
para decir de tu bandera color paloma y fuego
de tus canciones desde Paccaicasa hasta Himalaya.

Hablaré de tu único vestido esmeralda
que tenías sólo para ocasiones.
De tu zapato lastimado, tu pañoleta escarlata.
Escribiré tu nombre sobre penínsulas y geranios
presiento después, no me irá bien que digamos.

Me excluirán de la mesa, de mí se reirán,
de turbulento, blasfemo y desconvenido
me calumniarán.
Y fabricarán de mí, oscuras despedidas
pero jamás podrán arrancarme
de los míos ni de mis sueños.
En cada patíbulo desearán triturar mis versos
harán censura a la palabra señalada
y otra vez escribiré tu nombre: MAESTRA
¡en aquel momento… luz esparcida serás...!

Querida maestra:
no nos perdones esta ingratitud doliente,
más doliente sin tus ojos rocíos de alfarera
sin el silabario exaltado en tus labios zorzalinos.

Hoy sembraré en tu descanso, verdes retamales
allí también debe dolerte mucho el invierno
como aquel escuálido diminuto de tu salario

Sin embargo, la música preñada sobre las manos
el sumo del trigo compartido
y el fuego sublevado de las estrellas
siempre tú serás... ¿Verdad que sí...?

Y hoy que la tarde ha llegado hasta tu ventana
los albatros hacen alto por todas las playas
los luceros en el horizonte vibran sus llamaradas.

Hasta pronto eterna y amada maestra.
Es mi promesa en este inicio del alba
los cóndores y las palomas de tu herencia
jamás dejarán de agitar sus relámpagos
sobre nuestros sueños.


Titanka

Este canto de geranio, dedico a las hierbas abatidas
en plena primavera, allá en Capaya”

Si llegaras a Capaya, una mañana cualquiera.
Si te atrevieras conocer desde muy cerca
el llanto de la lluvia herida
aferrada sobre el rostro escarchado del sol
entre eucaliptos y sangrientas fosas comunes
donde las bestias ahogaron las sonrisas
de los mejores hijos titanquinos...

Tal vez entonces
afirmarías al sustantivo por sus verbos
y aclamarías haber llegado hasta el nidal de los cóndores
allá donde con las sábilas de las piedras
como helechos de luna enamorada—
se amasan cántaros, killinchus de vientos chúcaros
y al compás de las chirimías
se hacen fogatas de geranios y tropeles de tarukas.

Tal vez entonces
afirmarías al sustantivo por sus verbos
y comprenderías finalmente que existen
eternas y elevadas miradas de los manantiales
que unos cuantos lúgubres alacranes
mordiéndonos la espalda a menosprecios
sólo por el color diferente de nuestra piel.

Y jamás olvidarías que en Apu Runco
se afinan las cuerdas
en mágicas percusiones pinceladas
donde el amor fluye exuberante
a mariposas cristalinas... bayetas de relámpagos
bajo el suave arrullo de las manos aproximadas
siendo la tierra el hombre
y el hombre, grano infinito de la luz.

Si llegaras a Capaya una mañana cualquiera
volverían con sus lámparas los pajarillos
a sembrar conciertos sus violines faenas
y habrá otra vez poesía por las praderas
como cheqollos jugueteando entre matorrales.

¡Ay los ojos encelados de Amicha y Celedonia
brincarían sus caricias sobre los nuestros...!

Y aquí en este pecho mío
de poeta, jaranero y domador—
fermentaremos trigos esparcidos, sueños de sauces
donde yo seré tuyo en la orilla del río
y tu serás mía mariposa de fuego.

Si llegaras a Capaya una mañana cualquiera
danzaremos con la lluvia, wailías y chachacomas
agitando los tambores vigilantes

Y en cada sorbo de crisálidos crepúsculos
desde el misterioso lenguaje de los Titankas
¡yo,… cantaré con mi charango para ti
y tú,… festejarás la luna llena para mí…!




Cuando el mar se estremece

A los maestros Chalacos…

¡Siempre de pie... nunca de rodillas...!
Escucha el caudal del río,… señor olvidadizo.
Tú que fuiste hechura de sus aguas cristalinos
te amasaste en el crisol de sus aguaceros
y sabes mejor que nadie
cómo quema la oscuridad del invierno
cuando la ciencia está expatriada de las manos.

O tal vez ya postergaste tus raíces fulgurantes
y tus oídos ya no escuchan
el llanto de la lluvia despojada
a la que llamaste un día ...tu gente ... ?

O quizás tus manos aún festejan las invasiones
de las sombras malditas allá en el oriente
y omites tus promesas de amor...amor
y te alejas del rostro de tu pueblo.

¡Siempre de pie... nunca de rodillas...!
Escucha este canto, señor primer ministro.
Ojalá supieras precisar una melodía

¿O acaso tus plumajes platinados de ave delicado
tus zapatos acharolados de extrañas maneras
no te permiten conocer al eucalipto
ni sabes del jilguero sus violines...?

Talvez por eso tus injurias a las hierbas comunes.
Talvez por eso que tan pronto
aprendiste a picotear indecencias.

¡Siempre de pie... nunca de rodillas...!
Escucha señor ministro de educación.
Dices ser de los nuestros y de todos
y amas a la vida con la misma sabiduría
del rocío al amancaes en las praderas,
o la cascada hecha música en nuestras manos.

Pero luego de repente ya eres
pantanoso, pusilánime, infecto contagioso
hasta pareces murciélago evadiendo la luz
allí, entre arañas, lagartijas y resoluciones oscuras.

Por último, escuchen oficiosos carniceros
de palmeras, maizales y sonrisas.
Esta no es la fiesta
que celebraron en vuestros banquetes
mutilando sueños, flor de cantu y primaveras.

No nos vengan con sus relinchos
de oradores justicieros.
Ya sabemos que siempre traicionaron
y mil veces volverán a traicionar.

Mi canto es el canto de mi pueblo
desde sus tambores y kirkinchos
afinados como cóndores indomables
en las sinfonías multitudinarias de mayo y junio.

Cuando las luces están de pie
hasta el mar despierta furioso
las montañas crujen
destellan las palabras elevadas y firmes.

Porque ante las tinieblas
y las víboras que lastiman al sol
los pájaros vestidos de vientos azules
seremos fogatas de palomas
verbo sobre el verbo
océano estremecido
montes bravíos...
¡Siempre de pie... nunca de rodillas...!


Coracora
A los amigos buenos de Coracora: Inti, Alejandro, Gerber y otros.

Amo a esta parte acrisolada de mi tierra
porque tiene el color de su piel
a las sonrisas pajonales de las parihuanas
afinando sus guitarras sobre mis sueños
haciendo de mis versos acumulados
sinfonías de yunques... metáforas colibríes
de hombres y mujeres infinitos
donde la lluvia jamás se esconde
en la espalda indiferente del solitario
sino....es la expresión cristalina del viento
señal de las manos juntas
vértice enamorado de las estrellas.

Amo a esta parte acrisolada de mi tierra
porque aquí están sembrados
todos los relámpagos de mis huesos
como tropas vicuñales desde Kesccapampa.

Porque aquí danzaron y danzarán wifalas
los cóndores más puros de la poesía.

Y nada ni nadie podrán cambiar
el color de nuestros ojos
ni el sabor a calientito de nuestros labios.

Sólo
tú y yo ... nosotros
todos juntos.

Amo a esta parte acrisolada de mi tierra
porque desde Sarasara
Pumahuiri y Ayahuaytuna
hasta la última estación de las mariposas
mi poncho abriga a Inkawasi
a la hierba y margarita mi sombrero.

Porque aquí los yanahuicos anidan
corazones de poetas
música de las montañas.

Y todo cuanto existe bajo el sol
aquí se moja la palabra
a waillacha, serenatas y ayrampitos

Pero sobre todas las cosas del mundo
aquí continua la historia
con mis dioses y mi guitarra

Aquí están mis amores
eternamente aquí
y aquí me quedo yo
tan sólo para ti.


Concierto

Nada existe
en absoluta permanencia.

Los capullos se abren
danzan las gaviotas
el amor anuncia
y las manos
despiertan sus caricias.

Porque
sólo estando juntos
sobre las piedras
se fecundan montañas.

Las lluvias
precipitan cataratas.

Los luceros
se desprenden de la noche
y los murciélagos huyen
temerosos del fuego

Porque
los árboles forman bosques.
Los ríos
el mar.
Tus ojos con los míos
caminitos totorales
y azulejos pajarillos de anís.

Y el canto
se teje cantando
de fibra en fibra
en cada estación
de nuestros labios
enrojecidos
para llegar
o para empezar
a golpe
de un solo canto.


ven a mi fiesta

Para el amigo Rolando Félix, con quien compartí tardes dulces
de violines, y la indignación a tanta miopía contra las hierbas.

Ven a mi fiesta con tus ojos lirios
con tus manos extendidas
de luna llena capulí.
Pero si me dices que vienes en cabalgatas
sobre lanceros medievales
infames... cuervos y dinosaurios
con sus cadalsos repugnantes
junto a siniestros cavernarios...

Entonces... entonces
no quiero tus manos vestidas de púas
aplaudiendo sicarios
de pájaros y ríos.
No quiero tus ojos sanguijuelos
ni tus labios necrófagos
gritando espantos... ¡toro de muerte...!

Ya no quiero por último tus plegarias
como siempre ¡silenciosas! de espaldas al amor
encubriendo horrores, fangos y murciélagos.

Dime tú... santísimo ministro
¿dónde dijo Jesús: sacrilegio y barbarie?

Ven a mi fiesta que también es tuya
con tus ojos lirios de arpas y violines.

Ven con tus juegos azules de... ¡bravos toritos!
que después de la jornada, enjalmados de tambores
volverán ariscos hacia sus pajonales
a bramar la vida
a surcar el canto
para nuestros labios… sabor a chirimoyas
para nuestros sueños... verdes retamales.




Datos del autor.
Alejandro Medina Bustinza (Apurunku) Aymaraes-Apurímac Perú. Poeta, narrador y docente. Estudios superiores en el Cusco y Huacho. Postgrado en la Cantuta “Didáctica de la comunicación” Miembro y ex - vicepresidente del Gremio de Escritores del Perú. Labora en el Callao como docente.

Libros publicados:
El despertar de los míos” poesía 1988
Apu Runco”, poesía y narrativa 1991
Conversaciones desde Tiaparo” epístola y cuentos 1994
Despojados“ y “6 poetas peruanos” coautor de poesía AEDOSMIL 2001.
Ojos tocuyo” poesía 2004
Brevísima antología personal” poesía 2006;
Se prohíbe estar triste” (algunas técnicas pedagógicas para crear y escribir poesía) 2008
Camino a Mucayu y otros cuentos” Cuentos, 2008
El vuelo de la palabra” entrevista y algunas aclaraciones acerca de la lectura 2009.
Kochito, el laceador de Canín” relato 2011
Frutas de cristal” revista escolar y pedagógica, varios números etc.

Correo: apurunco@hotmail.com celular: 998779560

Domicilio actual: Manzana “V” lote 15 - 2do. Sector, Asentamiento Humano Marginal Sarita Colonia -Callao- Lima -Perú.



Glosario


Qantu o cantu.- Planta jardinera polemoniácea de flores hermosas.
Cuculíes.- Especie de palomas silvestres.
Waraka.- Honda hecha de lana o cuero.
Chuklla.- Choza, vivienda en el campo cubierta de paja o ichu.
Chirimoyas.- Fruto carnoso de pepas oscuras.
Suncho.- Planta de flores amarillas.
Acelga.- Planta hortense de hojas comestibles.
Pakpako.- Lechuza, ave nocturna.
Wailias.- Género de danzas y cantos del folklor andino.
Wairuro.- Menestras, especie de frijol de color negro y rojo.
Intimpa.- Arbol del sol, plantas existentes en las alturas de Abancay.
Cheqollo.- Ruiseñor andino.
Maranganí.- Especie de tela suave de varios colores con la que elaboran sus largas polleras las mujeres andinas de ciertas regiones.
Pallai lliklla.- Manta tejida con adornos geométricos.
Taruka.- Ciervo andino que vive en las punas.
Pichiuchas.- Onomatopeya del sonido del canto de los pajarillos.
Joseluchay.- Tratativa de afecto, Joselito mío.
Takllas.- Herramienta ancestral para trabajo agrícola.
Antuca.- Tratativa de cariño a la mujer llamada Antonia.
Kisapata.- Cerro elevado frente a la ciudad de Abancay.
Kirkinchu.- Pequeño instrumento musical de cuerda, hecho del casquillo del armadillo.
Huillcas mayu.- Río sagrado.
Killinchu.- Cernícalo.
Minka.- Reciprocidad del trabajo en comunión.
Chaqmearemos.- Barbechar, preparar la tierra para el sembrío.
Paqari o pakari.- Amanecer o mañana.
Llakta.- Pueblo.
Titanka.- Planta Puya de Raymondi.
Capaya.- Comunidad campesina, uno de los distritos de Aymaraes - Apurimac.
Chirimía o chirisuya.- Instrumento musical de viento parecido al clarinete, de origen árabe, traído por los españoles y adaptado a la musicalidad andina.
Titanquinos.- Sobrenombre, gentilicio de Titanka que se les dice a los habitantes de Capaya por la existencia de esta planta en su territorio.
Chachacomas.- Planta silvestre.
Wifala.- Bandera.
Inkawasi.- Casa del Inca.
Waillacha.- Género musical carnavalesco en Parinacochas.
Yanahuicos.- Aves silvestres de lagunas frías, propias de Coracora.
Pumahuiri y Ayahuatuna.- Montañas, cerros elevados en Coracora.
Kesccapampa.- Lugar o pampa de piedras ásperas, camino a Coracora.


INDICE

Prólogos /
OJOS TOCUYO /
Constelaciones /
Distancia /
Aroma de maíz /
Ojos tocuyo /
Azucena /
Cautivo de unos ojos /
Mortal instinto /
Ellos te dirán todo de mi /
Acelga /
Otra vez vida mía /
Lección de amor de una manzana /
Serenata /
Ojos eternos /
Angilda /

CHEQOLLO /
Hamicha /
Poncho /
Que has hecho corazón /
Llegado el momento /
Cheqollo /
A chirimoya y guayaba /
Tengo sed /
Laciegra /
Aymaraes /
Hierbita de hojas luna /
Jornada /
Pájaros de fuego /
Amancay /
Lejanía III /
La partida /
Amanecí sin ti /

AROMA VERDE RETAMAL /
Alturas /
Si el pan llegase /
Cucarachas /
Blancas mariposas /
Saucesito verde /
Astilla de sol /
Titanka /
Cuando el mar se estremece /
Coracora /
Concierto / 

No hay comentarios:

Publicar un comentario