Alejandro
Medina Bustinza
Ojos
Tocuyo
Poesía
Lima
Perú 2004
DEDICATORIA:
Para
ti hermano mío, habitante de esta tierra rigurosa, calumniado y
saqueado por las sombras, para que nuestros anhelos y la resistencia
común nos hagan sonreír siempre, firmes e indemnes.
Para
mis familiares y los buenos amigos, impulso de mis sueños, por
quienes amo y amaré sin limitaciones.
PRÓLOGOS
Una
modalidad importante de la poesía andina está representada por
Alejandro Medina. La estructura de la obra no se aprecia sino por la
disposición de sus elementos más efectivos como aporte al
desarrollo de la poética. Desde su primer libro valioso APU RUNCO
(1991), de la parcela de los poemas, esta configuración evoluciona
no a manera de matices prioritariamente, sino de variedades propias
del genuino creador. Hay densidad, cierto, de la poética más
preciada en este inicio sorprendente, la de corte nativo, y aún no
se vislumbran las otras facetas que sí se forjan ya en esta última
entrega, OJOS TOCUYO. Aquí se enrarece lo nuclear a favor de las
otras formas ponderadas. Sin embargo, ésta es la razón del elevado
nivel valorativo de este poemario.
En un
sentido simplificador, HAMHICHA es el poema que simboliza el canto
que caracteriza de modo cardinal al poeta, en esta obra. El encanto
que linda con el vértigo, la euforia y la frescura del paisaje
natural, los estímulos socioculturales del pueblo, constituyen esa
constante que embriagarán siempre al lector. Nunca desligados de su
musicalidad rural, de exclamaciones reiterativas de entonación
tierna manejadas con envidiable éxito, ¡Ay saucesito verde/
Ay verde esperanza…! (Saucesito verde); Hierbita del
monte/ hierbita de hojas luna! (Hierbita de hojas luna).
El uso de los vocablos quechuas, demostrando la capacidad de
selectividad en relación a las imágenes respecto de la cantidad,
calidad y pertinencia.
En
cambio, BLANCAS MARIPOSAS, en su especie, más desarrollada, sería
el modelo en la obra del vate, de la poesía comprometida con las
luchas de su pueblo, con una postura socialista. La misma, práctica,
mordaz y agresiva, trascendiendo la tibieza, comunica
representaciones muy propias del autor, en la que nunca enajena el
objetivo fundamental de lo humano, Fíjate, pues/ cómo
arrastran sus lagartijas/ los indiferentes./…Y no saben/ cómo
fecundar primaveras/ en la caída suave del girasol/ al posar la
tarde en su agonía.
La
derivación de una tercera modalidad mediante la síntesis de ambas
sería una consecuencia a manera de un devenir. Y esto ocurre, entre
otros, con el peculiar poema SAUCESITO VERDE. Esta conjunción se
mantiene gracias al equilibrio de talento que constituye uno de los
mejores atributos de nuestro poeta.
Las
formas de los poemas hacen notar también las cualidades primigenias
de la obra. La expresión andina, con apellido del autor, y la
cualidad más endurecida y de prosa, con esa singularidad notoria
del poeta.
OJOS
TOCUYO constituye un paso más adelante del desarrollo DIVERGENTE de
este auténtico creador. Lo cual enardece la expectativa no ya del
lector hipnotizado por las estrategias del mercado y de la feria,
sino del lector serio en la senda claroscura, permítase el adjetivo,
símbolo de la creatividad y del misterio, de la evolución en el
arte de la palabra.
Cierto
que este camino, angosto, posee un centro muchísimo más estrecho,
que ha costado sacrificios personales e históricos, que la reacción
en vano se esmeró en cubrirlo con el asfalto de tanatos. El impulso
del ser siempre sale triunfante, y los forjadores de ello supieron
ofrendar lo más hermoso de su ser, su persona, vitalidad y vida, y
claro está sus obras creativas. Maestros como González Prada, José
Carlos Mariátegui, los forjadores de la poesía original en el país,
José María Eguren, César Vallejo, el gran Carlos Oquendo de Amat,
Martín Adán, Javier Heraud, el olvidado en poesía Manuel Scorza y
otros en diversos géneros y artes… son los que sostienen el real
itinerario de la historia cultural de nuestra sociedad. Alejandro
Medina, conocido ahora como Apu Runco, conoce de sobra ese camino
difícil de recorrer y crear. Los que hemos vivido su poética
sabemos, también de sobra, que él nos saluda caminando y creando
ese camino tan hermoso como importante del destino de nuestro
pueblo.
Víctor
Bradio
“…Los
mejores textos del poeta Alejandro Medina Bustinza, Apurunku, están
teñidos de un diáfano lirismo, y se inscriben dentro de aquel
movimiento en espiral que le permite mirar hacia adentro, es decir,
volver a las raíces pletóricas de puro sentimiento andino. Esta
vuelta hacia la matriz y hacia el útero, implica también un regreso
hacia lo instintivo, lo puro y lo no contaminado en donde el vate, ha
de sentirse cautivo o prisionero del ojo y, se asoma a mirar desde
las dimensiones más sensibles y desgarradas del alma humana, para
desde allí, buscar en el amor el origen y la esencia de las cosas,
sin dejarse siquiera domeñar ante la preceptiva y los puristas
porque sus versos nada tiene que ver con esos banales juegos de
artificios o esas piezas verbales de laboratorio, ni mucho menos con
aquella actitud de aislamiento, de prescindencia del hombre y de la
vida.
Por el
contrario, el poeta unifica la vitalidad artística con la razón de
vivir, porque en él la expresión o producción estética, es
reconocible a través de su temple, de su nervio o de su forma de
estar y de actuar en comunión unánime con la naturaleza, y el
cosmos. Desde que conozco al vate, vi siempre clarear en sus ojos un
intenso brillo, de inapelable tristeza, y van humedeciéndose ante el
recuerdo y la remembranza del lar nativo. De allí, que su astro se
desangra en ausencias y grises lejanías, como en los poemas:
“Hierbita de hojas luna” y “Lejanía III” del
poemario “Ojos tocuyo”
Hay
fidelidad, devoción al terruño y a la mujer amada que surgen de la
contemplación activa y del hondo estremecimiento que debe provocar
toda buena poesía. Aquí poco interesa encasillar y juzgar sus
valores estéticos – de acuerdo a una pedestre concepción
occidental del arte – sino más bien obedeciendo a la visión
andina, sentir a la vez, cómo el efluvio artístico junto al
torrente vital hace que el lírida Alejandro Medina Bustinza
—Apurunku―pueda vivir intensamente amando al amor y a su trágica
belleza.
Antonio
Sarmiento
OJOS
TOCUYO
@
1ra. Edición Lima – Perú 2004
@
Alejandro Medina Bustinza
Arte
de portada: César Aguilar (Chillico)
Hecho
el depósito legal en la biblioteca Nacional del Perú No 150101-
2004-6667
Ley
26905- Biblioteca Nacional del Perú.
Prohibida
la reproducción total o parcial de esta obra sin previa
autorización escrita del autor.
I.-
Ojos Tocuyo
«Te
miro flor de peña, el rocío rojo que cae como lluvia en mi palabra,
las manos del viento que salen de mi pecho para sorber tu sangre,
qantu,
cantutita colorada...»
Félix Huamán
Cabrera
(Qantu
flor y tormenta)
Constelaciones
Amo
tus ojos de tal manera
como
amo a los míos.
Porque
sólo
a
través de los tuyos
y
los míos
me
reafirmo íntegro
en la
música crisálida de las escarchas
en vez
del ruido a magnesio de las bestias.
En el
vuelo maravilloso de las aves
en vez
de los dardos trituradores del viento.
Amo
tus ojos de tal manera
como
amo a los míos.
Porque
creo en las manos y pienso
que
soy el grano milenario sobre la tierra
el
péndulo mágico y armonioso de las aguas
sólo
a través de tus ojos
y
los míos.
La
libertad no tendría sentido de justicia
sino
fuese por el río cristalino agitándose
desde
nuestros ojos hasta el canto.
Amo a
mis ojos
como
amo a los tuyos.
Porque
sólo
con
los tuyos
y
los míos
junto
a los sueños pedernales
sobre
tu pecho y el mío
puedo
amar intenso
el
grito de las montañas.
Puedo
amar de las praderas
sus
verdes retamales.
Sus
labios dulces de la canción enamorada.
Amo a
los tuyos
como
amo a los míos.
Porque
sólo a través de ellos
nuestras
manos
serán
aromas convulsivas de navíos
constelaciones
infinitas
de las
estaciones más puras de los cóndores.
Distancia
Al
amanecer
¡ay
retama retamitay...!
sin
tus ojos
el
firmamento
está
afligido
nebuloso
friolento
y lejano.
Está
lluvioso
y ha
prolongado
el
temporal
sus
turbios enojos
sobre
mis paraguas
deshojadas.
Al
atardecer
¡ay
retama retamitay...!
con
tu ausencia
ha
crecido inmenso
el
callado de la noche.
Ha
caído siete veces
la
distancia
justo
en el kilómetro
de
tu partida
y el
café amargo
ha
desgarrado
las
tertulias
de mis
últimos versos
que
fueron dedicados
tan
sólo para ti.
Mañana
al anochecer
¡ay
retama retamitay...!
tú…
ya no estarás en la canción
y
ya no habrá música para mí.
Aroma
de maíz
Hubiéramos
sido así.
Así...trigo
mielado
de
cactus
deslizándonos
sobre
nuestros labios
de
bosques fastuosos
caricias de lunas cuculíes.
¿Qué
son las golondrinas de Bécquer,
la
bella Julieta de Shakespeare
junto
a Felipa y Justinacha de polleras púrpuras,
junto
al poncho de ríos umbrales
waraka
a la cintura de Rosendo Maqui...?
Hubiéramos
sido así.
Así...pradera
humedecida de maíz
lluvia
fecunda
música
embrujadora de las montañas.
Si así
nomás teníamos
el
cielo azul declarado
la
tierra dispuesta
y
todas las estaciones por nacer.
Hoy
sólo quedan vacíos los cántaros.
El
río charangueador está callado.
Tímidos
aguaceros burbujean
estériles
fangos de sequías
y
nuestra chuklla solitaria
está
tosiendo tu ausencia.
Hubiéramos
sido así.
Así...estrella
cercana
la
tierra fértil
el
trigo compartido.
Tal
vez, tal vez, en los otoños
ya no
se festejarían violines dolientes
ni
permanecerían mudas las lechuzas
con
sus infames encubrimientos
de
míseras y crueles cómplices nocturnas.
Hubiéramos
sido así.
Así,
de sueños eternos
gaviotas
y latidos continentes.
Así,
de labios encendidos
y
dulces chirimoyas
si tu
ausencia
así
de repente
así
de ingrata paloma
jamás
hubiese repicado mi puerta
ni
permanecido tu presencia
de
imposible olvido
cerca
muy cerca de mí.
Ojos
tocuyo
“…Demás
decirte, de este amor mortal que me dice,
que
en el mundo no hay otra mujer, que ame como a ti…”
Ulises
Valencia
A
veces cuando todo ya parece lejano,
cuando
los astros reiniciaron sus partidas
tras
horizonte como flamencos exiliados
danzando
sus oleajes despedidas...
es
allí cuando de pronto
vuelves
tú
frontal
y sorpresiva
agitando
tus pétalos armoniosos
tu
cabellera azabache
y
otra vez ya estás en mí.
Vuelves
con tus ojos tocuyo
con tu
aroma verde retamal
de
amancay toraína
cubriéndome
en tu arrullo terciopelo
encendiendo
mis labios
sobre
tu piel blanca azucena
y otra
vez quedo prisionero de ti.
A
veces cuando todo ya parece haberse acabado,
cuando
en mis canciones atardecieron
sus
clarinetes los pajarillos
de
tanto haberte esperado
en
cada primavera,
es
allí cuando inesperadamente
vuelves
tú.
Vuelves
presurosa
en
silencio.
Vuelves
y ya estás en mis sentidos azules
como
el canto dulce del jilguero,
pero
luego te alejas
misteriosa,
indiferente
entre
precipicios desafinados del aguacero
como
si nunca hubieras llegado a mí.
Y yo,…
en soledad paciente
pronuncio
tu nombre
y otra
vez quedo trémulo sin ti.
A
veces cuando todo ya parece olvidado
¡ay
ingrata... vuelves violenta...!
Vuelves
con tus labios capulí
tu
risa de viento, tus marejadas
y otra
vez estás en mi música eterna
¿
será porque jamás te has ido de mí...?
Azucena
Entre
secretas melodías
de
una lejana canción
quisiera
que sepas
¡ ay
ingrata azucena...!
Mientras
las aves agitan
sus
acribillados velajes
en
atardeceres agrestes
tras
el horizonte
ya
sin retorno...
Distante
tú
las
noches frías
entrelazadas
al desvelo
festejarán
sus
largas esperas
sobre
mis vértebras
entristecidas.
Distante
tú
el
desbaratamiento
arrasará
con
sus turbios anuncios
aquel
palomar nuestro
y
habrá aflicción
en
el firmamento
los
pájaros heridos
la
quena silenciada
los
detonadores
en
la espalda del rocío.
Entre
chasquidos azules
doliente
melodía
de la
canción última
de
tu despedida,
quisiera
que sepas
¡ay
ingrata azucena...!
Mientras
la lluvia moje
con
sus caídas plácidas
sobre
el vaivén de los pajonales
y los
ríos desborden
sus
violines
por
las montañas cataratas...
Distante
tú
Serán,
serán, más lejanas
las
sinfonías
de los
manantiales.
Y
cercano
muy
cercano
el
ensañamiento
del
silencio
el
viento amargo
los
óvulos aniquilados.
Distante
tú
será
llaga incesante
en
mi palomar
aquel
afirmativo tímido de tu …. no
y
algo desarticulado, pero ansioso de tu …. sí.
Cautivo
de unos ojos
“Dejé
mis labios olvidados en un horizonte de mariposas…”
Fernando
Manrique Enríquez
Mujer,…
cómo no he de vivir en tus ojos.
En
aquellos tras el alisado pedernal
donde
destellan aureolas esmeraldas
poemas
intensos, noches serenatas
—como
guitarra fecunda—
trayéndome
tu risa de lluvia
hasta
el yunque diáfano
de mis
labios
por
ti sublevados.
Mujer,…
cómo no he de coger tus ojos.
Acariciarlos
con los míos en cada momento,
si con
sólo dibujarte en mis granulaciones
desde
infinitos espacios de mi pensamiento
mis
trigales se llenan de poesía.
La
luna se viste de liras llamaradas.
Mujer,…
cómo no he de amar tus ojos.
Aquellos
acrisolados rocíos
de
suave arrullo cañizal
que
apaciguan mi cruel melancolía
en
festivos geranios de las montañas.
Mujer,…
cómo no han de ser tus ojos
eternos
elementos en los míos.
Y los
míos
capulíe
y zorzalillo en los tuyos.
Cómo
no han de ser
fuego
inextinguible
abrazándonos
íntegros
por
todas las riberas de mi poncho.
Mortal
instinto
Llegaste
de nuevo
de
repente
sin
demora
sin
ruido ni mortaja.
Llegaste
suave
y tierna
como
hojas sueltas
en
otoño
hasta
el doliente
invernal
de mi
habitación.
Llegaste
y de
pronto
me
recluyes
en tu
espacio ardiente.
Encadenas
mis ojos
en
los tuyos.
Me
cubres
en tus
ramilletes
de
fuego y río.
Me
seduces
me
encarcelas
y
presiento tus fatigas
en mi
mortal instinto
y una
vez más
cerca
y lejana
estás
de mí.
Llegaste
nuevamente
precisa
y a
escondidas
entre
matorrales
de
luna creciente
insomnio
amargo
de
mi desolación.
Llegaste
pero
hoy…
ya no
me encontrarás.
Tú…
como siempre llegas
sin
anunciarte
pero
en esta vez…
¡ya
no me hallarás aquí!
Ya no
seré
aquel
puerto
apaciguando
tus
extenuados navíos
en
cada instante
de tu
arribo.
Sólo
encontrarás
despedidas
en
nuestra querida cabaña.
Una
canción lastimera
nevará
sobre el tejado
al
llegar el alba
y
cuando pretendas
volver
de nuevo
― como
vigilias parihuanas
por el
horizonte
buscando
sus
playas totorales —
yo ya
no estaré aquí
cerca
ni distante de ti.
Llegaste
de nuevo
a la
hora señalada
en
completo mutismo.
Llegaste
ansiosa
y bella
encendida
y
dispuesta... quemándome todo.
Ellos
te dirán todo de mí
Escarbo
el silencio de la noche.
Me
aferro de tal manera
de sus
trenzas desordenadas
para
de una vez por todas
oigas
lo que debo decirte:
No fue
la luna
quién
nos obligó
descubrir
los relámpagos
en la
humedad de nuestros labios
bajo
el laberinto
de
aquel cielo apasionado.
Tampoco
fueron luceros
quienes
llegaron danzando sus resacas
a
media noche
por
los caminos irretornables
dispuestos
a medirse
contra
amarillentas
sombras
de largos reptiles
en
algún paraje de pesadillas.
¡No
amada mía...no!
No
fueron ramilletes de cristal
tus
fantasías únicas
que
amapolaron
mis
huertos de chirimoyas.
Ni
fueron tus besos
quienes
amartillaron siempre
—en
noches de luna apasionada—
sobre
grietas escarlatas
abiertas
hasta el río
en
la espalda de mi pecho.
Talvez
ya olvidaste...
¿Por
qué mis versos en tardes crepusculares
amanecen
siempre en ti...?
Pregúntale
a tus ojos
una
mañana cualquiera...
¿Por
qué tus miradas desde sus retinas cerriles
con
todo de ti
encienden
mis noches incesantes...?
Pregúntale
al fuego de tus sueños
antes
de abrir
el
crisol de tu corpiño
y le
ofrezcas tu secreta
y
húmeda geografía…
¡Ellos
te dirán todo de mí...!
Acelga
A
tus ojos, cubriéndome feliz.
Estoy
pensando
siempre
en ti.
De
pronto
has
ocupado
espacio
en mis
marginales
deshabitados.
Has
desprendido
de mis
noches frías
sueños
lejanos
convirtiendo
el
vacío
en
estrellas cercanas
a
mi ventana.
Estoy
pensando
siempre
en ti.
Has
vuelto
conglomeraciones
a
mis manos.
Ahora
juegan
gaviotas
en mis
ojos.
Las
playas
risueñas
anidan
melodías
a
tambores
primaveras.
¡Ay
de tus ojos
charangos…!
—color
a la tierra amada—
brota
la
luna llena
cubriéndome
feliz
de
suncho y acelga.
Estoy
pensando
siempre,
siempre, en ti.
Otra
vez… vida mía
Otra
vez… vida mía
nuestras
miradas
están
próximas avinagrarse
en el
mortuorio nacimiento
del
silencio nuestro.
Bajo
este atardecer lánguido
el
pakpako ha empezado
a
sermonearnos
con
toda su sentencia nocturna.
Y
tanto ha llovido tanto
a
sobresaltos
las
ráfagas penumbras
a
gota gorda
en
fatal distancia.
Otra
vez…vida mía
nuestras
melodías
han
gemido a duelo
desde
sus violines
sin
partituras
ni
públicos.
Sin
vinos
ni
abrazos
un día
sin cumpleaños.
Entonces…vida
mía
hoy se
hace necesario
sacudirnos
de las sombras
para
que nunca más se subasten
nuestros
ojos en cautiverios
ni
permanezca el trigo arrinconado
ni
haya juguetes huérfanos de niños
O
quizás ¡ay vida mía…!
ha
llegado ya el momento
de
retornar al fuego
de
nuestras caricias
para
tejer azulejos atlánticos
en
cada puerto de nuestros labios
donde
tú y yo
en la
contienda
de la
vida y la muerte
danzaremos
a las tijeras
por
todas las partículas
de
nuestros sueños.
Lecciones
de amor
De una
manzana
Aló…
¿existe lecciones de amor
de
cómo zurcir la noche…?
Mi
pantalón cojea
desde
su bolsillo resquebrajado
pero
la manzana me dice:
¡no
me digas nada…!
Su
geometría deshilvanada
se
deforma al precipicio
inevitablemente.
Yo
acuso
a la
llamada telefónica
por su
inoportuno y oscuro
concepto
del amor.
Mi
pantalón cojea
hacia
el ángulo de mi sombra.
Por su
ventana abierta
esta
noche cómo quema el frío.
Ella,
embravecida vocifera:
¡malditos
roedores
el
amor no existe para los gusanos…!
y yo
sólo digo:
¡escuchen
cómo habla
la
manzana de ojos tinto…!
Mientras
tanto
sorprendido
está el palomar
y
ausente la costurera.
Después
de todo…
qué
sabe la manzana
de los
inviernos sin abrigos.
De la
coalición de los hemípteros
que
jamás fueron por las hierbas de pechos heridos
sino,
sólo por el olor a ramerías
por el
barril de gotas fúnebres del desierto…
Mi
pantalón cojea
como
río desbordado de su cauce.
Pronto
que
vengan tus ojos
a
cubrirme con sus veranos.
Ven tú
también
deja
ya tu egolatría
actúa
alguna vez.
Que
venga un cirujano,
una
aguja con hilo de luna.
Que
venga el sastre
¡y no
me digas nada…!
Serenata
Entre
parihuanas y hortensias,
este
canto se hizo sólo para ti.
Si tú
me amaras tan sólo con tus ojos
sería
hermoso…muy hermoso
¿acaso
más hermoso que aquel gemido dulce
de la
piel enamorada bajo luna llena
entre
sauces romerillos de miel y aguacero…?
Si yo
fuera tu objetivo en tus plácidos sueños
en la
orilla del río de verdes juncos,
en
aquel huerto de hortensias duraznales
siquiera
por un instante y nada más
¡ay
más hermoso todavía sería…!
Yo en
cambio jamás te amaría
en la
solitaria habitación de un sustantivo
lejos
del verbo
y de
la canción enardecida.
Ni
jurarte te ofrecería
hostias
ni vírgenes amapoladas
que
sólo son filamentos efímeros de las apariencias
en el
conglomerado compromiso preestablecido.
Tampoco
te adornaría con las rosas de las florerías
ni con
las hojalatas vanidosas apócrifas
que
sólo sirven para infundíos de los escaparates
donde
distantes solitarias alardearán sus fósiles
de
tanto buscarse en el rostro del espejo.
Menos
a la luna
te
prometería bajar hasta tus cálidos pies
para
llenarte de estrellas frívolas lejanas
tú
sabes… ellas no caben en nuestro maizal.
Yo
sólo te amaría
en el
fuego inmenso de mis manos
palpitando
desde todas las sangres
de
mis arterias turbulentas,
en
cada espacio y en todas las horas
que
existen bajo el sol.
Te
amaría desde mis magmas celulares
en los
millones de mis glóbulos rojos,
aquí
en contacto fecundo, entre magnolias y geranios
junto
a los míos
y
junto a los tuyos.
Porque
ellos son los mejores afirmamentos
de
nuestra historia de amor y canto.
Sólo
ellos conocen mejor que nadie
las
enormes distancias que vengo recorriendo
para
llegar a ti.
Yo
sólo te amaría entre las hierbas
del
sembrado cañahual
con
mis ojos danzando waylías multicolores,
mi
poncho wairuro, chalina color intimpa
recorriéndote
húmedo y libre
―por
toda tu espesura virginal—
con
mis labios repletos de fogatas estelares
ardiendo
en tu sustancia más infinita de mujer.
Yo
sólo te amaría
en el
transparente rocío de mis manos
abrazándote
para siempre.
Ojos
eternos
A
los pajarillos de todos los espacios,
en
especial, a los de Sarita Colonia - Callao.
Querido
alumno…
Yo sé
de tus ojos lluviosos de cicatrizadas estaciones,
de tu
piel descalza entre cascajos
sobre
la espina dorsal de tu marginalidad doliente.
Yo sé
de tus brincos cervatillos y cometas
revoloteando
sueños de mágicos continentes
en
cada espacio de tus fantasías
cuando
vas y vienes
provocando
pudor a las rosaleras
con
tus juegos exóticos, carita sucia, tus travesuras.
Y cómo
festejas las risas
de las
hierbas comunes como tú
en la
más elevada expresión colectiva inocente.
Querido
alumno…
Yo sé
de tus miradas desiertas de largas ayunas
ahí
en plena sequía, haciendo brotar sonrisas
rondas
danzarines, coros de abriles... mayos
convocando
vientos en millones palomares
con
tus trompos y canicas de relámpagos zumbidos.
Yo sé
de la tristeza del vacío de tu lonchera
del
sabor amargo que te sabe las avenidas
con
sus broaster, espaguetis … cola manías.
Y cómo
te exigimos las fiestas patrias
ceremonias
escarapeladas
somos
libres…rojo y blanco
pero
prohibido el color de tu piel
desfilar
de capitán, general,… menos de almirante.
¡Y
las tareas…benditas tareas…!
páginas
toxicómanas
repletos
de héroes capituladores
oradores
agrios, paraísos frívolos…
¡todos
despojadores del trigo y de Jesús…!
Yo sé
de tu silenciosa interrogación:
¿Cuándo
será aquel día donde juntos desfilaremos
con
Manco Inca, Grau , Atusparia…
y con
aquél que quebrantó con un solo brazo
los
cuatro pescuezos de los tiranos…?
Yo sé
también de la ausencia del villancico
sobre
tu mesa extenuada en cada diciembre.
Que la
navidad es sólo el antifaz del consumismo
festejo
bélico... de caifaces y chacales
donde
Jesús jamás está informado
del
uso sombrío que hacen de sus palabras…
¡ay
fríos sepultadores de la canción del nacimiento…!
Querido
alumno…
Yo te
abrazo con mis ojos encendidos de miel
desde
nuestros orígenes fontanales
hasta
el trigal de la tierra ovulada
¡hierba
aguamiel de las escarchas…!
Yo te
abrazo, porque ellos nos entienden
de
dónde somos y hacia dónde iremos
al
compás de los cristales del alba querida.
Y
saben también que siempre serás
el
fuego amoroso en la nevasca de mis manos,
donde
yo soy
el
demoledor incesante de tus sombras.
Y
tú eres
libertad
sembrada en el amor de los hombres
continuidad
de mis versos
ojos
eternos del manantial.
Angilda
A
mi madre: Ángela e Hilda
Seré
mamá
me
dijo la tierra.
Y
abrigó al beso
en el
fuego intenso
de
sus ojos.
Y
creció libre
tuvo
granos…millones de granos
¡qué
infinita es ser mamá!
Seré
mamá
me
dijo la hierba.
Y se
hizo árbol
de
mariposas se vistió.
Luego
fruta
sabrosa y miel
¡qué
dulce es ser mamá!
Soy
mamá… otra vez
me
dijo mi madre.
Entonces
le pregunté:
¿dónde
está tu tierno bebé ?
Hijo
mío
—me
contestó—
eres
tú
y
siempre serás
mi
tierno bebé
¡qué
hermosa es mamá…!
II.-
CHEQOLLO
“En
esta fría tierra siembro quinua de cien colores, de cien clases, de
semillas poderosas.
Los
cien colores son también mi alma, mis infatigables ojos.
Yo,
aleteando amor, sacaré de tus sesos las piedras idiotas que te han
hundido…”
José
María Arguedas
(Llamado
a algunos doctores)
Hamhicha
«Por
lo que fuiste, eres y serás siempre
la
razón de las gaviotas por el horizonte...»
Con tu
pollera al viento
maranganí
a la
medida
¡ay
cintita morada
de
acrisolado chumpi
tu pallai lliklla
al
vuelo...!
Así
nomás
has de
llegar
por
aquel caminito
como
tarukas y pichiuchas
hasta
mis cantos chacareros.
Allí
juntos danzaremos
entre
peñascos
incandescentes
salpicados
de molles
pajarillos
perseguidos
palabras
hechas
de
capulí
y
surcos cañahuales.
Allí
nomás
en la
orilla del río
esperaré
tu retorno
hasta
el amanecer.
Por
eso
ven
a coger
mi
sombrero
con
tus juegos de vicuña.
Ven a
beber
mis
desiertos
con
tus aguas
de
trillas colibrí.
Con tu
pollera al viento
maranganí
a
la medida
¡ay
cintita morada
morada
cinta!
Así
nomás
has
de llegar
por
aquel caminito
entre
tumbos embrujados
a
copular
tus
ojos con los míos.
Y yo
seré tu grano
tu
rocío
tu
relámpago.
Y tú
serás
tierra
húmeda
naturaleza
rebelde
mi
humanidad
¡mi
conspiración!
Poncho
A
mi hermano Armengol
Ha
vuelto
la
lluvia
con
sus juegos
de
cometas.
Con su
lenguaje
de
arbustos
sabor
a fiestas
hechiceras
labios
dulces chirimoya.
Ha
vuelto
el
poncho
con
sus ojos pardos
danzando
sus
colores
enamorado
de Petronila
cantando
a Luzmilacha.
Ha
vuelto
por
los linderos otoñales
cargadas
de
asonadas primaveras.
Los
parajes saltan
sinfonías
de tambores
vicuñas
de oro
y
cóndores de plata.
Qué
has hecho corazón
A esta
hora crepuscular
el
sol
ha
ensombrecido
sus
llamas en mi pecho.
Ha
llovido penumbras
en
mi puerta
la
soledad infinita
¿Cómo
es posible amor
cerca
muy cerca
y
tan lejos estás de mí...?
¡Ay
corazón no mueras!
¡Ay
corazón qué has hecho!
A esta
hora precisa
mis
ojos
como
noches sin luna
desvanecen
sin ti
en
silencio cautiverio.
Y no
es justo corazón
buscándote
como te busco
con
mis libélulas encendidas
—a
este avecillo taciturno—
tú
... negándome
a tus
ojos mi charango...
¡Ay
corazón no mueras!
¡Ay
corazón qué has hecho!
Llegado
el momento
Porque
llegado
el momento
el
maíz
se
siembra
en su
infinita
justa
época.
Y
es de
color
poncho
y pollera.
Y
es de
sabor
a
tierra y cielo.
Porque
llegado
el momento
se ama
o
se odia.
La
vida
o
la muerte.
¡Sólo
los granos
brotarán
eternamente.!
Cheqollo
“A
mi madre: Hilda Bustinza Huillca
estación
infinita, música del tiempo.”
Cheqollito
juguetón
gotita
de sol
puñado
de canto:
Anda y
sujétale
de su
bayeta de nogal.
Dile a
Joseluchay
que
retorne pronto
aquí...
a sus flamencos pajonales
a
su universo infinito.
Allá
no es buena la rosalera.
Allá
las penumbras rumian
ubres
de lagartas
y la
piel se joroba
en
cada beso
de una
hostia transfugada.
Cheqollito
saltarín
chispita
de monte arriba
domador
de precipicios:
Anda y
dile que vuelva
no es
bueno el arenal.
Allá
dicen que todos claudicaron
ya
nada queda
de sus
cantos dulces quinuales.
Dicen
humanos están de quiebra
y yo
quiero a mis polluelos
verlos
jugar
brincando
sobre mis rodillas
como
chillikus bajo lluvia
derramando
sus risas a los vientos
laceadores
de truenos ariscos.
Cheqollito
anunciador
ya no
repiques margaritas
¿qué
saben los injertos
de
primaveras y maizales...?
En
vano imploras que vuelvan.
Allá
dicen, fueron resquebrajadas
sus
clavículas de mazorcas
en
millones de tugurios marginales.
Sus
entrañas
en
sorbos amargos de cafés.
En
zozobras y cárceles
sus
inocencias...
¡él
ya no volverá...!
Deja
ya de mojar la tarde
sacude
tus alas
tus
paciencias.
No más
pesares
en el
pecho del corpiño.
Con
lamentaciones de palomas
el
trigo jamás sonreirá
en los
labios comunes de las mesas
y yo
quiero a mi Joseluchay
deshierbando
a las miopías
triturando
látigos
de
las risas oscuras.
Cheqollito
madrugador
ya no
cantes despedidas.
Hoy
mismo
al
final del invierno
danzaremos
a
barbechos
a
fuelles
al
crujir de takllas
y
verdes cañaverales.
Que
vengan las cascadas
los
geranios
que
vengan todos aquí.
Apaga
tu llanto
el río
está furioso.
Allá
han despedazado
en mil
calumnias
las
polleras de Celedonia
y
Virginiacha.
Pero
deja ya de mojar tu pecho
¡él
ya no volverá...!
¡Ay
cheqollitoy… cheqollitoy!
Inicia
tus alas doradas
tu
retorno
tu
norte.
Por
los que amaron a la tierra
y
sembraron la vida.
Por
las ojotas incineradas
y las
palabras silenciadas
en
plena primavera.
Por
las montañas ensombrecidas
en
cementerios de claveles
y
margaritas.
Por
las gaviotas
y los
luceros de ojos azules.
Por el
día inmenso
apaga
tu llanto
enciende
tu poncho.
Abre
esa puerta de larga espera
prepara
tus parajes
tus
cascabeles al viento
que
Joseluchay en madrugada...
¡sobre
sus huellas hechas de fuego
ha
llegado con sus ojos diáfanos
y
abre ya tus brazos totorales…!
A
chirimoya y guayaba
“Para
ti: guayaba dulce
y
mariposa cristalina de sauce.”
Cuando
cercano
ya
estés en mí
habrá
calma
en los
desbordes estallidos
de
los ríos.
Mojará
la lluvia eternamente
los
caminos sauces
de
tus labios
hasta
los míos.
Y tu
voz
menos
distante
danzará
perenne
en
cada amanecer
de
nuestros ojos.
Cuando
cercano
ya
estés en mí
cantará
el urpi
aroma
huerto
de
tus besos
y
festejarán
allá
en el firmamento
guayabales
rítmicos
y
chirimoyas centellantes.
Cuando
cercano muy cercano
ya
estés en mí
nacerán
en los parajes
el
canto nuevo
de
las montañas.
Crecerán
libres
el
rocío
las
flores rojas
los
pajarillos
las
manos juntas
intensamente
infinitas.
tengo
sed
Amado
padre nuestro...
hoy
quiero decirte
que
hacen falta los pajarillos
por
los espacios.
Están
vacías las bateas
el
frío quema el horno.
Y otra
vez los cazadores
desde
Hiroshima y Mururoa
han
estremecido sus horrores
sobre
las rondas cervatillos.
Y el
canto se volvió lamento,
los
besos
en
juececillos alagartados
y
el pan
lejano...
más lejano
del
consuelo de la mesa.
Amado
padre nuestro...
hoy
quiero hablarte por todos
en
especial
por
Joselo, Emiliacha y Antuca.
Cada
mañana entre escombros
ellos
buscan sus chozas.
Buscan
sus muñecos de harapos
sus
huertos
sus
mariposas.
Ellos
escarbarán, incluso, atardeceres
amarán
la tierra desde tus heridas
—por
eso también serán mil veces sentenciados—
y con
nuestras propias manos desenterraremos
en
cada amanecer
infinitas
hierbas frescas.
Tumultuosas
palabras de vida
música
de otoños
también
de primaveras.
Laciegra
“Por
ese amor intenso
más
grande que la carne y la falsedad...”
Gaviota
de
fuego cabellera eres.
Melodía
cercana
que
vas y vienes
por
el horizonte
siempre
deseosa
húmeda
y
dispuesta
en
feliz vuelo
hasta
mis playas desoladas
a
mojarme
con
tus escarchas cristalinas.
Aroma
dulce
música
de viento eres.
Y me
despiertas
llena
de risas
del
mar infinito
en
abierta armonía
con
las estrellas viajeras
dibujadas
en tus ojos.
Y yo
abrazándote
en
silencioso gemido
estaré
siempre... siempre
esperándote aquí.
Aymaraes
“Gregorio,
Marciano y Sergio: “los Amautas de Chalhuanca”
Magia,
color y tertulia del canto a las hierbas.”
De ti
arcilla
unida
a
mis columnas.
Grano
de mis polvos
cóndor
herido
piedra
de fuego.
De ti
mis
desbordes
mis
cantos.
Como
eres
tierra
de hombres
eres
tierra de dioses.
Frutal
maduro
de
prohibido lenguaje.
Enjambre
misterioso
viento
enamorado.
Aroma
de
quinuales
plumaje
de vicuñas.
De ti
relámpagos
de trinos
desde
mis llagas
de
quinientas mil cárceles
a
magnesio y suturas.
De ti
mis
aguas
mis
piedras
mis
cataratas.
Hierbita
de hojas luna
“Porque
te quiero quieres olvidarme
ay mi
corazón olvidar no puedes...”
Jaime
Guardia
Me voy
mañana
¡hierbita
del monte
hierbita
de hojas luna...!
Cogeré
aquel
camino inacabado
caminito
de cabuyales desolados
que
abrazarán en su ardor
mis
fatigadas huellas.
Cogeré
aquel
camino entristecido
caminito
de cuyas despedidas
se
precipitarán después
los
pezones del desierto
en los
amargos de mis resacas.
Pasado
el día
tus
ojos
ya no
los veré.
Más
tarde las noches
se
convulsionarán por los rincones
sin
luna clara en tu arrullo.
¡Ay
pasionarias de huerto ajenjo
bajo
tu sombra
encargo
mi huayno...!
Retamita
de común alegría
en
tus bosques
mis
sueños de alfarero.
Me voy
mañana
¡hierbita
del monte
hierbita
de hojas luna...!
Cogeré
aquel
camino curvo
camino
grande
sin
media vuelta.
Y
estos labios míos
pronunciarán
tu nombre
en
la inmensidad
y
cantarán las horas dolientes
como
los tuyos.
Y tus
ojos
en
la distancia
lloverán
cascadas
como
los míos.
Jornada
Hoy
¿A
quién esperas corazón...?
Si se
fue
jamás
volverá a ofrecerte
sus
lluvias tibias
ni
aquel terciopelo
sobre
tu piel lúcuma
en
cada incendio
de
tus labios.
Déjala
¿Qué
importa su amielada sonrisa...?
¿Acaso
no fueron falsos
también
sus labios...?
Será
necesario amasar
estaciones
nuevas
de
gorrioncillos fosforescentes
pero
sin dardos ni pajareras.
Sin
jueces colmilludos
ni
víboras... por la espalda.
Sin
fríos censores
ni
cúpulas.
Recuerda...
de la
constancia
brotará
el canto.
Otras
jornadas
otras
caricias despertarán
en
el firmamento.
Lágrimas
y sonrisas diferentes
recorrerán
tus
bosques infinitos.
Hoy
¿A
quién esperas corazón...?
sacúdete
y déjala.
Aún
la mañana
en la
hora exacta
y en
el lugar indicado
estará
siempre
próximo
a nacer
de
nuestras manos unánimes.
Pájaros
de fuego
Cuánto
pues
extraño
tus
ojos guayabales
encendidos
como
eternos
pájaros
inocentes
precisamente
a
esta hora desesperada
al
inicio del alba
cuando
los árboles
armoniosos
ofrecen
sus
violines al viento.
En la
distancia
las
brisas
del
mar mueren
sobre
mis playas solitarias.
Y el
vuelo
de las
gaviotas
tras
el horizonte
están
llenas
siempre
llenas, llenas
de ti...
Amancay
Cómo
se retuercen
en
tísicas hierbas... los eucaliptos
allá
en Kisapata.
Han
invadido
cuervos
murciélagos
proclamas
miserables
de
amores promiscuos...
¡Ay
querer… querer
en
vano es pues querer olvidar...!
Cómo
se retuercen
en
flagelos
y
mutilaciones
quejas
de charangos
llantos
subterráneos.
En tos
amarga y seca
de los
ambulantes.
La
cita médica del poeta
se
retuerce
en
cuatro pálidas
y
desnudas aspirinas...
¡Ay
querer… querer
en
vano es pues querer olvidar...!
Caminitos
viajeros
entre
molles descalzos
sinfónicas
cañabravas
colibrí
del mirador.
Cómo
retuercen inviernos
al
labriego
en la
puerta del primer
juzgado
acusatorio
con el
último código penal
de
los despojadores.
Jueces...
guarniciones siniestras
de
moscas y lagartijas.
Infames
culebrinos
—devoradores
de palomas—
eficaces
en acertar
el
tiro de gracia
al
cóndor herido
al
zorzal cantarino
allá
en Kisapata...
¡Ay
querer… querer
en
vano es pues querer olvidar...!
Lejanía
iii
“Me
queda tu sonrisa dormida en mi recuerdo...”
José Ángel
Buesa
Desde
que se hizo tu ausencia
en
mis ojos
llueven
tardes despedidas.
Desde
que ya no estás conmigo
el río
ha
olvidado sus cauces.
Ya no
festejan mayos
los
graneros en los trigales.
Hasta
los pichiuchas
han
callado sus charangos
en
mis tejados.
El
ichu está penando
sus
tiernas perdices.
Han
anidado cuervos
los
campanarios.
Ya no
se oyen
las
faenas por las praderas
ni
aparecen sudorosos
los
viajeros
de
trigo y horno.
Y han
leñado en velatorios
los
últimos paraderos.
Y
palpitan inviernos
en
mis labios
ya no
vuelan mariposas
sin
tus manos.
Desde
que se hizo tu ausencia
en mis
ojos
llueven
tardes despedidas.
La
partida
“Y
jamás podrás alejarme de tus ojos...”
Bueno
pues... ingrata
apaga
ese mechero
ajusta
la cincha.
Ha
cantado el gallo
en
madrugada.
Ha
llegado
la
hora infame
cruel
y
áspera
de
nuestro adiós.
Y de
tus ojos
inviernan
pañuelos
largos
pañuelos
hacia el mar.
Lluvia
incinerada
de
tu pecho.
Y
yo
seré
aquel
viajero sediento
—después
de todo—
Tú
siempre
serás
fresco
manantial
al
final del camino.
Amanecí
sin ti
Amanecí
sin
ti
espaciado
álgido
en
súbita
penumbra
de la
consumación
desdeñada
y
completamente
distante
exilio
salvaje
de
la soledad.
Amanecí
sin
ti
empapado
en
lluvia
desventurada
de tu
ingratitud.
Atormentado
y
brusco
hasta
el silencio.
Y en
aquel duraznal
—que
fuera nuestro—
deliran
palpitantes
tus
largos gemidos
de
azucena potranca
indómita...dulce
y
otras veces
avecilla
tímida
aguardando
en
cada instante
mis
labios
tus
risas.
Mis
manos
tus
caderas.
Mis
ojos
nuestros
ríos.
Amanecí
sin
ti
en
completo
inicio
y
final
de tu
luna
desmielada
y de
tu voz
inadvertida.
Amanecí
sin ti
sin
mí.
Sin
pocos
ni
muchos.
Sin
todos
ni
nadie.
Amanecí
tan
solamente
sin ti.
III.-
AROMA VERDE RETAMAL
Para
mis hermanas:
Trini,
Nancy, Lita, Diana, Hilda y Anqui.
Y
a su dulce y eterna memoria de Elizabeth.
“ Si tú no me
alcanzas con el primer golpe, ¡anímate!
Si tú no me
encuentras en un lugar, ¡búscame en otro!
He hecho alto
en alguna parte para esperarte.”
Walt
Whitman
(Canto a mi
mismo)
Alturas
Al
amigo y compañero Jorge Manuel Béjar
¡Coquita
de arriba
corazón
de almendra...!
Deshierba
tus
espíritus dóciles al desprecio.
Tanto
tiempo
agachas
la cabeza
y
jorobas la paciencia
de tu espalda.
Mira
lo que han hecho
de
nuestros sueños.
Con
nuestros propios esqueletos
han
fabricado cárceles.
Han
convertido
nuestros
estómagos
en
cementerios de pólvoras.
¿De
qué sirvió
blanquear
mariposas
y
amamantar palabras
culpándonos
al pecho
—de
lo que jamás cometimos—
para
luego vestidos de garzas
cantar
eternidades
si
después
el
látigo
y el
alacrán nos esperan...?
¡Coquita
de arriba
corazón
de almendra...!
Descarga
tus
luciérnagas de escarchas
¡y
vámonos a sepultar la noche...!
Si el
pan llegase
Si el
pan llegase
a las
manos
amaría
tu odio
con
este polvo encendido
para
que las serpientes
nunca
más arrastren
oscuras
etiquetas
en
cada espalda
de
un... ¡ay dios mío!
de la
incertidumbre...
sino,
se
desplieguen
de
sabidurías y destrezas
sobre la tierra.
Besaría
tus frívolas miradas
para
que al puma
dejen
de afilar sus garras
sobre
los cactus de las escarchas...
sino,
perennice
el acero del amor
de
los hombres
en
cada junco de los otoños
intensamente
jubilosos.
Para
que los cóndores
armonicen
la paz
y el
encuentro de las risas
en los
infinitos jubileos
de
las gaviotas
bajo
un cielo azul inmenso
y
para todos...
Sin
radiactividad
ni
fronteras.
Y
acariciaría
tus
rencores
tus
desvelos
—incluso
tu indiferencia—
tus
desprecios.
Y
soñaría
en
cada partícula
de tu
naturaleza turbulenta.
Si el
pan llegase
a
las manos...
amaría
a cada instante
todo,
todo,
por
ti.
Cucarachas
“Hay
la alegría de ser sano y de ser justo.
Pero
hay sobre todo la inmensa alegría de servir...”
Gabriela Mistral
Ha
engendrado la noche sus espinas.
Otra
vez las riberas
están
cubiertas de amuletos de judas
cáscaras
de sombras
perversas...
amarillentas escorias.
Y los
tortolillos frágiles
aún
inventan sus rondas
en los
juegos comunes de las hierbas.
Ha
engendrado la noche sus espinas.
Y en
esta casa
roedores
y alacranes
otra
vez carcomen el canto.
Arañan
los sueños
de los
pájaros azules.
Señalan
y sentencian
mutilar las palabras.
Han
crecido sombras inmundas
en
esta parte de la playa.
Están
apolillando el aire.
Inundan
de cuervos nuestras mesas
ríen...
mienten...
se
apropian de los sombreros ajenos.
Falsifican...
y
hasta lloran de puros reptiles.
Han
crecido sombras
con
sus buitres
aquí
en cinco mil ochenta y dos.
¡Gaviotas
del mar inmenso
ponte
en alas a las rondas...
y a
los juegos comunes de los vientos...!
Blancas
mariposas
Fíjate
pues
cómo
arrastran sus lagartijas
los
indiferentes.
Siempre
están delirando
por el
tiempo perfecto.
Por
las estaciones
vestidas
de rosas.
Y
no saben
cómo
fecundar primaveras
en la
caída suave del girasol
al
posar la tarde en su agonía.
Ni
conocen
del
frío despojado
de un
invierno sin abrigo.
Nomás
escucha
cómo
desde sus instintos subterráneos
—demoledores
de sueños y palmeras—
los
indecisos
alucinan
purificaciones.
Como
si no los conociéramos
llegan
como blancas mariposas
los
que nunca supieron dolerse
de los
capullos calcinados
en
Ucrania y Afganistan...
ni por
las hierbas abatidas
en
Beirut y Uchurakay...
Observen
sus fingimientos
sus
rostros de grilleros atufarados.
Temerosos
del sol
lejos
del tumulto
caminan
escondidos entre sombras.
Un día
después de todo
la
tierra despertará sus faenas.
Dejarán
de ladrar los chacales
se
arrimarán salameros
a tu
izquierda.
Entonces
ten
cautela de sus colmillos
de su
lengua azucarada en tu costado.
Pueda
que la noche te sorprenda
con
sus dulces de poetas asosegados.
Cuidado
de su adiós
en el
momento preciso de la despedida.
Del
tercer beso en tu espalda.
Del
reptil en tu mejilla.
Cuidado
de su aliento
de su
falsa brújula
al
doblar la esquina.
Al
atardecer
de su
sonrisa esquiva.
Porque
siempre harán arrogancias
de sus
pergaminosos holocaustos
—fieles
servidores de las tinieblas—
harán
alarde de sus grandezas
y
grandísimas
blancas
mariposas de papel.
Saucesito
verde
Vengo
ansioso de setiembres
sepultando
noches
de
largas pesadillas.
Vengo
a kirkinchus de fuegos
por
todos los caminos chúcaros.
Traigo
trotes de cantos
espuelas de aceros.
Vengo
despeñando penumbras
a
imágenes y semejanzas
de
todos los vientos...
¡ay
saucesito verde!
¡ay
verde esperanza...!
Vengo
caudaloso
en
millones ponchos
hasta
el farol del reencuentro
con
las constelaciones del mar bravío.
Llego
esquivando
cien
mil inútiles mandamientos.
Mandamientos
cómplices
verdugos
de sonrisas
máquinas
sin rostros.
Te
diré saucesito
desde
el águila herido
de
Korpuna y Huillcas Mayu
vengo
danzando a huaracazos
—como
killinchus pateando precipicios—
repletos
de abrazos
para
el matador de pólvoras...
¡ay
saucesito verde!
¡ay
verde esperanza...!
Ya
estamos cercanos
ya
estamos aquí
ya
estaremos todos.
Porque
hoy estando juntos
mañana
seremos música de maíz.
La
razón de vivir
esparcirá
su razón de ser.
Seremos
taklla y minka
trigo
y fuego.
Dejarán
de roer las sequías
ni
habrá látigos del ayer sombrío
en la
espalda de la piel.
No más
engendros parlantinos
ni
quinientos infiernos
de
mandamientos carnívoros.
Porque
debe ser diferente
y será diferente.
Tal
vez broten erupciones
—como
en los principios—
aún
así será diferente.
Allí
el sable
—inútil
y desahuciado—
desenvainará
su muerte
sobre
sus propios horrores.
Y con
la tierra gestada de lumbres
fermentaremos
labios
de
mariposas capulíes
tus
ojos y los míos... libres
abatiendo sombras.
Y aquí
mismo
sobre
nuestro planeta encarnecido
entre
carnavales y yaravíes
junto
a las polleras descuartizadas
de
Antuca y Manuelacha
¡chaqmearemos
los paqari llaktas...!
¡ay
saucesito verde
¡ay
verde esperanza...!
Astilla
de sol
“A
los maestros del mundo: saboteados,
difamados,
desalojados… pero siempre firmes”
Maestra:
cómo fue posible habernos olvidado de ti
ahora
cuando las estaciones empezaban
sonreírnos
pajarillos
entre
aplausos margaritas, vino tinto aterciopelo
y
todas forjadas desde tus manos abejeras
artífices
de montañas, azulejos y poesía.
Y hoy
que la tarde ha llegado hasta tu ventana
mi
rondín llueve gravitante agudos campanarios.
Maestra:
cómo fue posible habernos olvidado de ti
tú
que amasaste riachuelos en mis travesuras
fuiste
luna encendida, pavor de las sombras
palabra
amada, lenguaje generoso de maíz.
Y hoy
que la tarde ha llegado hasta tu ventana
cómo
quema el frío en silencioso adiós
y me
hace falta tus miradas briosas de magnolias.
Recuerdo
tus juegos mariposas en cada recreo
donde
fatigaste tus mejores pétalos primaveras
y
fuimos en tus manos lámparas maravillosas
como
océanos blancos abatiendo tinieblas.
Y hoy
que la tarde ha llegado hasta tu ventana
han
callado sus cuerdas las bandurrias
se
apagaron los vientos sin tus cabelleras.
Maestra:
hoy elevaré las cortinas de mi voz
para
decir de tu bandera color paloma y fuego
de tus
canciones desde Paccaicasa hasta Himalaya.
Hablaré
de tu único vestido esmeralda
que
tenías sólo para ocasiones.
De tu
zapato lastimado, tu pañoleta escarlata.
Escribiré
tu nombre sobre penínsulas y geranios
presiento
después, no me irá bien que digamos.
Me
excluirán de la mesa, de mí se reirán,
de
turbulento, blasfemo y desconvenido
me calumniarán.
Y
fabricarán de mí, oscuras despedidas
pero
jamás podrán arrancarme
de
los míos ni de mis sueños.
En
cada patíbulo desearán triturar mis versos
harán
censura a la palabra señalada
y otra
vez escribiré tu nombre: MAESTRA
¡en
aquel momento… luz esparcida serás...!
Querida
maestra:
no nos
perdones esta ingratitud doliente,
más
doliente sin tus ojos rocíos de alfarera
sin el
silabario exaltado en tus labios zorzalinos.
Hoy
sembraré en tu descanso, verdes retamales
allí
también debe dolerte mucho el invierno
como
aquel escuálido diminuto de tu salario
Sin
embargo, la música preñada sobre las manos
el
sumo del trigo compartido
y
el fuego sublevado de las estrellas
siempre
tú serás... ¿Verdad que sí...?
Y hoy
que la tarde ha llegado hasta tu ventana
los
albatros hacen alto por todas las playas
los
luceros en el horizonte vibran sus llamaradas.
Hasta
pronto eterna y amada maestra.
Es mi
promesa en este inicio del alba
los
cóndores y las palomas de tu herencia
jamás
dejarán de agitar sus relámpagos
sobre
nuestros sueños.
Titanka
“Este
canto de geranio, dedico a las hierbas abatidas
en
plena primavera, allá en Capaya”
Si
llegaras a Capaya, una mañana cualquiera.
Si te
atrevieras conocer desde muy cerca
el
llanto de la lluvia herida
aferrada
sobre el rostro escarchado del sol
entre
eucaliptos y sangrientas fosas comunes
donde
las bestias ahogaron las sonrisas
de
los mejores hijos titanquinos...
Tal
vez entonces
afirmarías
al sustantivo por sus verbos
y
aclamarías haber llegado hasta el nidal de los cóndores
allá
donde con las sábilas de las piedras
—como
helechos de luna enamorada—
se
amasan cántaros, killinchus de vientos chúcaros
y al
compás de las chirimías
se
hacen fogatas de geranios y tropeles de tarukas.
Tal
vez entonces
afirmarías
al sustantivo por sus verbos
y
comprenderías finalmente que existen
eternas
y elevadas miradas de los manantiales
que
unos cuantos lúgubres alacranes
mordiéndonos
la espalda a menosprecios
sólo
por el color diferente de nuestra piel.
Y
jamás olvidarías que en Apu Runco
se
afinan las cuerdas
en
mágicas percusiones pinceladas
donde
el amor fluye exuberante
a
mariposas cristalinas... bayetas de relámpagos
bajo
el suave arrullo de las manos aproximadas
siendo
la tierra el hombre
y el
hombre, grano infinito de la luz.
Si
llegaras a Capaya una mañana cualquiera
volverían
con sus lámparas los pajarillos
a
sembrar conciertos sus violines faenas
y
habrá otra vez poesía por las praderas
como
cheqollos jugueteando entre matorrales.
¡Ay
los ojos encelados de Amicha y Celedonia
brincarían
sus caricias sobre los nuestros...!
Y aquí
en este pecho mío
—de
poeta, jaranero y domador—
fermentaremos
trigos esparcidos, sueños de sauces
donde
yo seré tuyo en la orilla del río
y tu
serás mía mariposa de fuego.
Si
llegaras a Capaya una mañana cualquiera
danzaremos
con la lluvia, wailías y chachacomas
agitando
los tambores vigilantes
Y en
cada sorbo de crisálidos crepúsculos
desde
el misterioso lenguaje de los Titankas
¡yo,…
cantaré con mi charango para ti
y tú,…
festejarás la luna llena para mí…!
Cuando
el mar se estremece
A
los maestros Chalacos…
¡Siempre
de pie... nunca de rodillas...!
Escucha
el caudal del río,… señor olvidadizo.
Tú
que fuiste hechura de sus aguas cristalinos
te
amasaste en el crisol de sus aguaceros
y
sabes mejor que nadie
cómo
quema la oscuridad del invierno
cuando
la ciencia está expatriada de las manos.
O tal
vez ya postergaste tus raíces fulgurantes
y
tus oídos ya no escuchan
el
llanto de la lluvia despojada
a la
que llamaste un día ...tu gente ... ?
O
quizás tus manos aún festejan las invasiones
de las
sombras malditas allá en el oriente
y
omites tus promesas de amor...amor
y te
alejas del rostro de tu pueblo.
¡Siempre
de pie... nunca de rodillas...!
Escucha
este canto, señor primer ministro.
Ojalá
supieras precisar una melodía
¿O
acaso tus plumajes platinados de ave delicado
tus
zapatos acharolados de extrañas maneras
no te
permiten conocer al eucalipto
ni
sabes del jilguero sus violines...?
Talvez
por eso tus injurias a las hierbas comunes.
Talvez
por eso que tan pronto
aprendiste
a picotear indecencias.
¡Siempre
de pie... nunca de rodillas...!
Escucha
señor ministro de educación.
Dices
ser de los nuestros y de todos
y amas
a la vida con la misma sabiduría
del
rocío al amancaes en las praderas,
o la
cascada hecha música en nuestras manos.
Pero
luego de repente ya eres
pantanoso,
pusilánime, infecto contagioso
hasta
pareces murciélago evadiendo la luz
allí,
entre arañas, lagartijas y resoluciones oscuras.
Por
último, escuchen oficiosos carniceros
de
palmeras, maizales y sonrisas.
Esta
no es la fiesta
que
celebraron en vuestros banquetes
mutilando
sueños, flor de cantu y primaveras.
No nos
vengan con sus relinchos
de
oradores justicieros.
Ya
sabemos que siempre traicionaron
y mil
veces volverán a traicionar.
Mi
canto es el canto de mi pueblo
desde
sus tambores y kirkinchos
afinados
como cóndores indomables
en las
sinfonías multitudinarias de mayo y junio.
Cuando
las luces están de pie
hasta
el mar despierta furioso
las
montañas crujen
destellan
las palabras elevadas y firmes.
Porque
ante las tinieblas
y las
víboras que lastiman al sol
los
pájaros vestidos de vientos azules
seremos
fogatas de palomas
verbo
sobre el verbo
océano
estremecido
montes
bravíos...
¡Siempre
de pie... nunca de rodillas...!
Coracora
A
los amigos buenos de Coracora: Inti, Alejandro, Gerber y otros.
Amo a
esta parte acrisolada de mi tierra
porque
tiene el color de su piel
a las
sonrisas pajonales de las parihuanas
afinando
sus guitarras sobre mis sueños
haciendo
de mis versos acumulados
sinfonías
de yunques... metáforas colibríes
de
hombres y mujeres infinitos
donde
la lluvia jamás se esconde
en la
espalda indiferente del solitario
sino....es
la expresión cristalina del viento
señal
de las manos juntas
vértice
enamorado de las estrellas.
Amo a
esta parte acrisolada de mi tierra
porque
aquí están sembrados
todos
los relámpagos de mis huesos
como
tropas vicuñales desde Kesccapampa.
Porque
aquí danzaron y danzarán wifalas
los
cóndores más puros de la poesía.
Y nada
ni nadie podrán cambiar
el
color de nuestros ojos
ni el
sabor a calientito de nuestros labios.
Sólo
tú y
yo ... nosotros
todos
juntos.
Amo a
esta parte acrisolada de mi tierra
porque
desde Sarasara
Pumahuiri
y Ayahuaytuna
hasta
la última estación de las mariposas
mi
poncho abriga a Inkawasi
a la
hierba y margarita mi sombrero.
Porque
aquí los yanahuicos anidan
corazones
de poetas
música
de las montañas.
Y todo
cuanto existe bajo el sol
aquí
se moja la palabra
a
waillacha, serenatas y ayrampitos
Pero
sobre todas las cosas del mundo
aquí
continua la historia
con
mis dioses y mi guitarra
Aquí
están mis amores
eternamente
aquí
y
aquí me quedo yo
tan sólo para ti.
Concierto
Nada
existe
en
absoluta permanencia.
Los
capullos se abren
danzan
las gaviotas
el
amor anuncia
y las
manos
despiertan
sus caricias.
Porque
sólo
estando juntos
sobre
las piedras
se
fecundan montañas.
Las
lluvias
precipitan
cataratas.
Los
luceros
se
desprenden de la noche
y los
murciélagos huyen
temerosos
del fuego
Porque
los
árboles forman bosques.
Los
ríos
el
mar.
Tus
ojos con los míos
caminitos
totorales
y
azulejos pajarillos de anís.
Y el
canto
se
teje cantando
de
fibra en fibra
en
cada estación
de
nuestros labios
enrojecidos
para
llegar
o para
empezar
a
golpe
de
un solo canto.
ven
a mi fiesta
Para
el amigo Rolando Félix, con quien compartí tardes dulces
de
violines, y la indignación a tanta miopía contra las hierbas.
Ven a
mi fiesta con tus ojos lirios
con
tus manos extendidas
de
luna llena capulí.
Pero
si me dices que vienes en cabalgatas
sobre
lanceros medievales
infames...
cuervos y dinosaurios
con
sus cadalsos repugnantes
junto
a siniestros cavernarios...
Entonces...
entonces
no
quiero tus manos vestidas de púas
aplaudiendo
sicarios
de pájaros y ríos.
No
quiero tus ojos sanguijuelos
ni tus
labios necrófagos
gritando
espantos... ¡toro de muerte...!
Ya no
quiero por último tus plegarias
como
siempre ¡silenciosas! de espaldas al amor
encubriendo
horrores, fangos y murciélagos.
Dime
tú... santísimo ministro
¿dónde
dijo Jesús: sacrilegio y barbarie?
Ven a
mi fiesta que también es tuya
con
tus ojos lirios de arpas y violines.
Ven
con tus juegos azules de... ¡bravos toritos!
que
después de la jornada, enjalmados de tambores
volverán
ariscos hacia sus pajonales
a
bramar la vida
a
surcar el canto
para
nuestros labios… sabor a chirimoyas
para
nuestros sueños... verdes retamales.
Datos
del autor.
Alejandro
Medina Bustinza (Apurunku) Aymaraes-Apurímac Perú. Poeta,
narrador y docente. Estudios superiores en el Cusco y Huacho.
Postgrado en la Cantuta “Didáctica de la comunicación” Miembro
y ex - vicepresidente del Gremio de Escritores del Perú. Labora en
el Callao como docente.
Libros
publicados:
“El
despertar de los míos” poesía 1988
“Apu
Runco”, poesía y narrativa 1991
“Conversaciones
desde Tiaparo” epístola y cuentos 1994
“Despojados“
y “6 poetas peruanos” coautor de poesía AEDOSMIL
2001.
“Ojos
tocuyo” poesía 2004
“Brevísima
antología personal” poesía 2006;
“Se
prohíbe estar triste” (algunas técnicas pedagógicas para
crear y escribir poesía) 2008
“Camino
a Mucayu y otros cuentos” Cuentos, 2008
“El
vuelo de la palabra” entrevista y algunas aclaraciones acerca
de la lectura 2009.
“Kochito,
el laceador de Canín” relato 2011
“Frutas
de cristal” revista escolar y pedagógica, varios números
etc.
Domicilio
actual: Manzana “V” lote 15 - 2do. Sector,
Asentamiento Humano Marginal Sarita Colonia -Callao- Lima -Perú.
Glosario
Qantu
o cantu.- Planta jardinera
polemoniácea de flores hermosas.
Cuculíes.-
Especie de palomas silvestres.
Waraka.-
Honda hecha de lana o cuero.
Chuklla.-
Choza, vivienda en el campo cubierta de paja o ichu.
Chirimoyas.-
Fruto carnoso de pepas oscuras.
Suncho.-
Planta de flores amarillas.
Acelga.-
Planta hortense de hojas comestibles.
Pakpako.-
Lechuza, ave nocturna.
Wailias.-
Género de danzas y cantos del folklor andino.
Wairuro.-
Menestras, especie de frijol de color negro y rojo.
Intimpa.-
Arbol del sol, plantas existentes en las alturas de Abancay.
Cheqollo.-
Ruiseñor andino.
Maranganí.-
Especie de tela suave de varios colores con la que elaboran sus
largas polleras las mujeres andinas de ciertas regiones.
Pallai
lliklla.- Manta tejida con adornos
geométricos.
Taruka.-
Ciervo andino que vive en las punas.
Pichiuchas.-
Onomatopeya del sonido del canto de los pajarillos.
Joseluchay.-
Tratativa de afecto, Joselito mío.
Takllas.-
Herramienta ancestral para trabajo agrícola.
Antuca.-
Tratativa de cariño a la mujer llamada Antonia.
Kisapata.-
Cerro elevado frente a la ciudad de Abancay.
Kirkinchu.-
Pequeño instrumento musical de cuerda, hecho del casquillo del
armadillo.
Huillcas
mayu.- Río sagrado.
Killinchu.-
Cernícalo.
Minka.-
Reciprocidad del trabajo en comunión.
Chaqmearemos.-
Barbechar, preparar la tierra para el sembrío.
Paqari
o pakari.- Amanecer o mañana.
Llakta.-
Pueblo.
Titanka.-
Planta Puya de Raymondi.
Capaya.-
Comunidad campesina, uno de los distritos de Aymaraes - Apurimac.
Chirimía
o chirisuya.- Instrumento musical de
viento parecido al clarinete, de origen árabe, traído por los
españoles y adaptado a la musicalidad andina.
Titanquinos.-
Sobrenombre, gentilicio de Titanka que se les dice a los habitantes
de Capaya por la existencia de esta planta en su territorio.
Chachacomas.-
Planta silvestre.
Wifala.-
Bandera.
Inkawasi.-
Casa del Inca.
Waillacha.-
Género musical carnavalesco en Parinacochas.
Yanahuicos.-
Aves silvestres de lagunas frías, propias de Coracora.
Pumahuiri
y Ayahuatuna.- Montañas, cerros
elevados en Coracora.
Kesccapampa.-
Lugar o pampa de piedras ásperas, camino a Coracora.
INDICE
Prólogos
/
OJOS
TOCUYO /
Constelaciones
/
Distancia
/
Aroma
de maíz /
Ojos
tocuyo /
Azucena
/
Cautivo
de unos ojos /
Mortal
instinto /
Ellos
te dirán todo de mi /
Acelga
/
Otra
vez vida mía /
Lección
de amor de una manzana /
Serenata
/
Ojos
eternos /
Angilda
/
CHEQOLLO
/
Hamicha
/
Poncho
/
Que
has hecho corazón /
Llegado
el momento /
Cheqollo
/
A
chirimoya y guayaba /
Tengo
sed /
Laciegra
/
Aymaraes
/
Hierbita
de hojas luna /
Jornada
/
Pájaros
de fuego /
Amancay
/
Lejanía
III /
La
partida /
Amanecí
sin ti /
AROMA
VERDE RETAMAL /
Alturas
/
Si el
pan llegase /
Cucarachas
/
Blancas
mariposas /
Saucesito
verde /
Astilla
de sol /
Titanka
/
Cuando
el mar se estremece /
Coracora
/
Concierto
/
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