EL
PEZ QUE NO QUERÍA IR AL COLEGIO
¡Qué
gran susto se llevó el pez Tris por no gustarle ir a la escuela y no
saber leer!
El
burro Orejas, después de unos laboriosos años de trabajo, gozaba de
un buen merecido descanso.
Pero tan
acostumbrado estaba a trabajar que no podía estar sin hacer nada.
Paseando
un día a la orilla del río tuvo una brillante idea:
-
Eso es, cada día vendré al río a pescar y así me distraeré.
Y
desde entonces, sentado sobre el viejo puente que cruzaba el río, el
burro Orejas lanzaba el anzuelo al río y esperaba a que los peces
picaran.
¡Qué
emoción al sentir el tirón dado por el pez y luego la anhelada
espera de tirar del hilo hasta ver el pez agitándose al extremo del
anzuelo!
Pero lo que era
ocasión de alegría para el burro, lo era de tristeza para los peces
que vivían en el río.
Al
ver cómo él burro Orejas iba capturándolos, se reunieron todos
para encontrar el modo de librarse de él.
Después
de mucho cavilar decidieron poner en el lugar donde siempre pescaba
el burro Orejas, debajo del puente, un letrero con la inscripción
con letras bien grandes:
«
¡Atención! ¡Peligro! ¡Aquí pesca Orejas! No comáis ningún
gusano.»
Desde
aquel día, Orejas no comprendía por qué no cogía ya ningún pez.
Y se rascaba, pensativo la cabeza pensando en el extraño misterio.
El
pececito Tris, al salir de casa, en lugar de ir a la escuela, solía
dar grandes paseos por todos los recovecos del río. Era más
emocionante nadar de un lado para otro que estar en clase, sentado,
dibujando, escribiendo, contando.
Y
claro está, nunca iba a la escuela y no sabía leer.
Un
día en una de sus correrías aventureras llegó debajo del puente,
al lugar donde los peces habían puesto el gran letrero.
Tris
lo vio ¿Por qué habrán puesto aquí esto? ¿Qué dirán estas
letras? En este momento su atención se vio atraída por un delicioso
gusano que se columpiaba en el agua.
-Bocado
exquisito - pensó Tris.
Y
abría su boca para tragárselo cuando, de pronto, ¡zas! El viejo
puente sobre el que se sentaba Orejas se derrumbó y éste se vio
sumergido en el agua. Mal lo pasó. Pero pudo ver el letrero de
peligro que los peces habían puesto. Y cómo era viejo y le
resultaba difícil salir del agua porque los huesos le pesaban mucho,
los peces, compadecidos de él, le ayudaron a salir.
El
burro Orejas les prometió que nunca más iría a pescar. Y los peces
le pidieron que se acercara a la orilla, y él y ellos hablarían
contándose cosas.
Tris
recibió un soberano susto al ver lo cerca que estuvo de morir
pescado por no saber leer y ya nunca más dejó de ir a la escuela. Y
¿Sabéis?, llegó a comprender que ir a clase era tan emocionante
como pasear a lo ancho y largo del río.
(Cuento
sudamericano)
COMPRENSIÓN
LECTORA
- ¿Cómo se distraía el burro orejas?
- ¿Qué hicieron los peces para librarse del burro?
- ¿Qué le sucedió al pececito Tris?
- ¿Qué pasó con el puente?
- ¿Qué prometió el burro a los peces?
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