Envidiando la suerte del Cochino, un Asno maldecía su destino. «Yo, decía, trabajo y como paja; él come harina, berza, y no trabaja: a mí me dan de palos cada día; a él le rascan y halagan a porfia.»
Así se lamentaba de su suerte; pero luego que advierte que a la pocilga alguna gente avanza
en guisa de matanza, armada de cuchillo y de caldera, y que con maña fiera dan al gordo Cochino fin sangriento, dijo entre sí el jumento: «si en esto para el ocio y los regalos, al trabajo me atengo y a los palos.»
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