Escribe: Prof. Elizabeth Vives Alama
En los últimos años está saliendo a la luz, a través de los medios de comunicación, el incremento del número de hechos conflictivos, e incluso violentos, que se viven dentro de la escuela. De igual forma, dentro del medio docente. Los hechos violentos son temas de honda preocupación.
Si hace 20 años los principales problemas de disciplina eran, que se corriera por los pasadizos o el patio, se hablara sin levantar la mano, se masticara chicle en el aula, etc. actualmente las transgresiones incluyen la violencia física y verbal. La mala educación y en algunas escuelas el consumo de droga; el robo, asalto, el embarazo precoz (Johnson y Johnson 1999). Este aumento de la agresión y violencia nos lleva a los docentes a preguntarnos… ¿por qué se producen?
El fenómeno de la agresividad escolar de adolescente en contextos académicos (y no sólo en ellos), se entiende como la relación de abuso de poder que se establece entre uno o más alumnos, que generalmente, agreden a uno o varios compañeros a los que consideran sus víctimas habituales.(Cerezo 1999).
Debido a que la adolescencia es una etapa difícil, en la que se debe adquirir independencia, alcanzar el ajuste sexual, elegir a qué se va a dedicar en la vida, obtener una adecuada integración de su personalidad en medio de situaciones conflictivos de su entorno, todo ello va generar en el adolescente conductas agresivas: cómo escaparse de la casa o del colegio. No obedecer las reglas establecidas, no hacer las tareas escolares, enfrentarse a los padres, participar en pandillas, consumir drogas o alcohol, etc.
Los factores que influyen en este comportamiento pueden ser exógenos a la escuela, como contexto social, características familiares y medios de comunicación. Y endógenos o de contacto directo, como el clima escolar, relaciones interpersonales, rasgos personales de los alumnos en conflicto. Los trabajos que especialmente abordan el tema de agresividad, son escasos en nuestro país. La mayoría han sido realizadas en países escandinavos: Inglaterra, EE.UU. España, México y Argentina. Sólo en los últimos años empieza a plantearse en profundidad, y mediante contenidos de nuestro currículo escolar.
Este problema ha ido en América Latina, aumentando en los últimos años y, en nuestro país se evidencia. En un trabajo realizado en el distrito de Independencia, se percibe que la población tuvo predilección por hablar de pandillas o grupos afines, cuando se preguntaba por violencia juvenil. En una encuesta realizada por el INEI (1998) se percibe que la gran mayoría de actos vandálicos en Lima Metropolitana son cometidos por pandillas (75.7%) y en segundo lugar por barras bravas (8.3%). Son justamente los chicos de los colegios donde empiezan a formar grupos (como pandillas) desde el 1° de secundaría; pero recién la actividad de éstos, es más agresiva en 4° y 5° de secundaria dejando el colegio.
En otro estudio realizado por el Instituto Nacional de Salud Mental “Honorio Delgado Hideyo Nogushi” aplicó una ficha epidemiológica de conductas violentas en el adolescente y en relación al motivo de agresión, refieren: los adolescentes en el 57% fue por presión de grupo; el 11,9% lo realizaron por motivos familiares y un 1,9 % por motivos sentimentales (1999).
Para Besag (1989) este fenómeno es una actividad encubierta, que no suele manifestarse en presencia de adultos, y que sólo saben de él cuando alcanza dimensiones considerables.
En el distrito del Callao, por ser capital de la provincia del mismo nombre, reúne diversas clases sociales, en su mayoría personas de escasos recursos económicos, situación que acentúa la crisis económica y moral. De esta forma, la drogadicción ligada a la delincuencia y a la violencia familiar, y la forma de sobrevivir en las calles, influyen en centenares de adolescentes que no conocen otras formas de socialización que la agresividad, a la solución de los problemas de su vida cotidiana. La calle se ha convertido en estos adolescentes, en el espacio vital donde se van adoptando conductas agresivas, y/o violentas, donde se evidencian los valores fundamentales, generando en ellos un espíritu de rivalidad y competencia.
Estas conductas son trasladadas al ámbito escolar, donde los adolescentes van a tener enfrentamientos con sus pares, en distintos lugares como en los desfiles escolares, competencias deportivas o en las salidas del colegio, originando su bajo rendimiento, repitencia del grado o retiro del colegio por mala conducta. Es en este contexto que el docente, muchas veces sin desarrollar un diagnóstico de la realidad de la institución educativa, opta por tratar a todos los alumnos por igual, sin saber qué tipos de problemas trae y cómo se les puede ayudar.
En la I.E. SARITA COLONIA, no está muy lejos de la realidad planteada debido a que se encuentra ubicado en un Asentamiento Humano, y en la cual, los índices de violencia juvenil, como presión de grupo, formación de pandillas, consumo de drogas y alcohol y video juegos, han ido aumentando en los últimos años. Sin embargo, se cuenta con un Centro de Desarrollo Juvenil, que viene realizando programas de liderazgo, prevención de drogas y SIDA, con los adolescentes de la I.E. Sarita Colonia.
Los adolescentes de la I.E. vienen desarrollando conductas agresivas representadas en agresiones verbales (lisuras, palabras soeces, humillación etc.) y físicas (golpes, peleas, destrucción de mobiliario y enseres etc.), sin que haya un programa de prevención o resolución de conflictos, ni personal capacitado para ejecutarlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario