Una
mañana, el pequeño Ricardo que vivía en el Mirador de Pachacutec,
salió a jugar a un pozo con agua, a pesar de que su padre se lo
tenía prohibido.
Ricardo
echó al pozo su pequeño barquito de papel y se confió demasiado
sin medir las consecuencias, el peso de su cuerpo le ganó y se cayó
al pozo, menos mal el pozo tenía poca agua.
-¡Socorro!
¡Socorro! -gritaba asustado-.
Su
padre corrió y le echó una cuerda y se cogió de el y pudo salir
del pozo y de esa forma se pudo salvar. Su padre lo castigó por su
desobediencia.
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