DOCENTE DE PRIMARIA

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lunes, 24 de marzo de 2014

El perrito bodeguero

Una mañana temprano, cuando la gente de la bodega llegaba a trabajar, abrieron la puerta y enseguida escucharon un pequeño ladrido que salía de la parte de atrás de patio.
Gregorio y Pepe que fueron quien lo escucharon, se pusieron a buscar de dónde venía el ladrido y la sorpresa fue cuando se asomaron a un chilanco (foso donde se guardaba el orujo de la uva) y vieron a un perrito muy asustado que durante la noche había quedado dentro de la bodega y con la oscuridad se cayó dentro de aquel chilanco.
El perrito les miró y les ladró ya con un poco mas de fuerza para pedirles que le sacaran de ahí.
Inmediatamente pusieron una escalera y bajaron  a por él. Lo cogieron en brazos y lo subieron. El perrito estaba muy asustado y le dolía una patita.
Pero, por momentos, se le notaba que estaba más contento.
Cuando vimos que el perrito no se iba de la bodega, decidimos ponerle nombre, y todos juntos decidimos que debería llamarse Chilanco.
Ya hace más de quince años que ocurrió todo esto, me han contado papá y el tío Paco.
Me decían que todas las mañanas, Chilanco acompañaba al abuelo Paco a desayunar, ya que era muy listo y sabía que siempre le caía un trocito de magdalena.
Ha tenido muchos tropiezos en la vida; lo han pillado varios coches, quedando magullado, pero siempre se ha repuesto. Menos de su cojera, que cada vez se le nota un poquito más, también por culpa de la edad.
Yo lo he conocido ya mayor, pero de todas maneras cuando llegamos la abuela y yo a la bodega, nos hace muchas alegrías, porque sabe que alguna cosilla le traemos para comer.
Juego mucho con él, pero cuando cruza por la puerta el perro grande de Agapito, sale corriendo y ladrando para proteger su territorio, aunque a veces se lleva algún susto cuando el perro grande le hace cara, y va corriendo a esconderse en su capacho de esparto que es donde duerme.
No todos son enemigos, ya que se lleva muy bien con todas las perritas que van a la bodega.
Tiene una costumbre muy fea, que es hacer “pis” en las ruedas de todos los coches que pasan por la bodega.
Bueno, no sé lo que durará ya porque como he dicho antes, es muy mayor, pero lo que le quede de estar entre nosotros os lo contaré en otro cuento.

Marta, Patricia, Mamá y Papá

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