Miles de años atrás la hermosa isla de Sri Lanka estaba por completo deshabitada y cientos de animales vivían libres y contentos. A algunos pájaros les encantaba estar en la costa que da al golfo de Bengala para disfrutar la brisa fresca y admirar las puestas de sol.
En una ocasión una pareja de gaviotines que pronto tendrían polluelos estaban pensando dónde poner sus huevos.
No quiero ponerlos cerca de la orilla, porque las olas del mar pueden venir y llevárselos explicó la mamá. Tal vez sea mejor ponerlos cerca de una laguna o un estanque.
No pienses eso. Nuestros ancestros siempre los pusieron aquí. Si el mar viene y se los lleva le daré una lección afirmó el papá.
Mamá puso los huevos en la orilla y momentos después los dos pajaritos se fueron volando en busca de comida.
Cuando regresaron se dieron cuenta de que las olas estaban muy crecidas. Buscaron sus huevos y notaron que el mar se los había llevado. Ambos rompieron en llanto. Pasado un rato, él dijo:
Ya no llores. Sé muy bien lo que vamos a hacer. El mar se arrepentirá de su mala acción.
Al día siguiente convocó a una conferencia de todos los pájaros de por allí y les explicó lo ocurrido.
Piensen que lo que me pasó a mí también les puede ocurrir a ustedes. Tenemos que hacer algo los urgió.
En una ocasión una pareja de gaviotines que pronto tendrían polluelos estaban pensando dónde poner sus huevos.
No quiero ponerlos cerca de la orilla, porque las olas del mar pueden venir y llevárselos explicó la mamá. Tal vez sea mejor ponerlos cerca de una laguna o un estanque.
No pienses eso. Nuestros ancestros siempre los pusieron aquí. Si el mar viene y se los lleva le daré una lección afirmó el papá.
Mamá puso los huevos en la orilla y momentos después los dos pajaritos se fueron volando en busca de comida.
Cuando regresaron se dieron cuenta de que las olas estaban muy crecidas. Buscaron sus huevos y notaron que el mar se los había llevado. Ambos rompieron en llanto. Pasado un rato, él dijo:
Ya no llores. Sé muy bien lo que vamos a hacer. El mar se arrepentirá de su mala acción.
Al día siguiente convocó a una conferencia de todos los pájaros de por allí y les explicó lo ocurrido.
Piensen que lo que me pasó a mí también les puede ocurrir a ustedes. Tenemos que hacer algo los urgió.
En conjunto decidieron llamar al águila real, la más importante de todas las aves para pedir su consejo.
Ésta se disgustó mucho al escuchar lo acontecido.
Aunque yo pongo mis huevos en las alturas, comprendo la preocupación de ustedes y les propongo hacer algo. Llamaré a todas las águilas para que bebamos el agua del mar hasta dejarlo seco y darle así su merecido explicó y se alejó para ponerse en acción.
Oculto en un acantilado se hallaba Visnú, un viejo sabio, conocido por su equidad, que tenía poder sobre el agua y los animales. Escuchó con preocupación lo que éstos habían decidido. Así que salió de su escondite y aguardó a que volvieran las águilas. Ver volar la enorme bandada era un espectáculo excepcional.
Un momento les dijo piensen bien lo que van a hacer. Comprendo que están tristes y enojados con el mar, pero si secan sus aguas acabarán con todos sus habitantes que nada malo han hecho. También impedirán que nazcan cientos de pececillos que están por hacerlo y tienen tanto derecho a vivir como ustedes. En pocas palabras: para cobrarse una injusticia ustedes piensan cometer otra.
Todos los pájaros, chicos y grandes, comprendieron la verdad que había en esas palabras:
¿Entonces qué nos propones? preguntaron.
Les propongo hablar con el mar para que nunca más se lleve sus huevos.
Así lo hizo. Le explicó el riesgo que corrían él y sus criaturas si seguía tomando lo que no era suyo. Arrepentido de su acción, el mar devolvió a la playa todos los huevos que se había llevado. Reunidos sobre la arena brillaban como piezas de marfil. Unas semanas después los polluelos ya habían roto su cascarón y tomaban las primeras lecciones de vuelo.
Dicen que desde entonces, las olas de Sri Lanka son cuidadosas y cortas. Jamás arrastran consigo los huevos que se ocultan en la arena.
Ésta se disgustó mucho al escuchar lo acontecido.
Aunque yo pongo mis huevos en las alturas, comprendo la preocupación de ustedes y les propongo hacer algo. Llamaré a todas las águilas para que bebamos el agua del mar hasta dejarlo seco y darle así su merecido explicó y se alejó para ponerse en acción.
Oculto en un acantilado se hallaba Visnú, un viejo sabio, conocido por su equidad, que tenía poder sobre el agua y los animales. Escuchó con preocupación lo que éstos habían decidido. Así que salió de su escondite y aguardó a que volvieran las águilas. Ver volar la enorme bandada era un espectáculo excepcional.
Un momento les dijo piensen bien lo que van a hacer. Comprendo que están tristes y enojados con el mar, pero si secan sus aguas acabarán con todos sus habitantes que nada malo han hecho. También impedirán que nazcan cientos de pececillos que están por hacerlo y tienen tanto derecho a vivir como ustedes. En pocas palabras: para cobrarse una injusticia ustedes piensan cometer otra.
Todos los pájaros, chicos y grandes, comprendieron la verdad que había en esas palabras:
¿Entonces qué nos propones? preguntaron.
Les propongo hablar con el mar para que nunca más se lleve sus huevos.
Así lo hizo. Le explicó el riesgo que corrían él y sus criaturas si seguía tomando lo que no era suyo. Arrepentido de su acción, el mar devolvió a la playa todos los huevos que se había llevado. Reunidos sobre la arena brillaban como piezas de marfil. Unas semanas después los polluelos ya habían roto su cascarón y tomaban las primeras lecciones de vuelo.
Dicen que desde entonces, las olas de Sri Lanka son cuidadosas y cortas. Jamás arrastran consigo los huevos que se ocultan en la arena.
Adaptación de una leyenda del Panchatantra.
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