Un niño que se llamaba Julián y tenía 5 años.
Era tan delgadito que sus amigos le llamaban "el fideito". Julián no comía "nada de nada". Todos los días, a la hora de comer, le tocaba una rabieta. Un día, estaba jugando en el jardín de su casa, cuando de repente oyó un susurro: - ¡Sss, Julián, sss! - ¿Quién es?, dijo asustado. - ¡Soy yo!, contestó la voz. Soy el viento y vengo a por ti. Julián se rio y dijo: - ¿A por mí?, ¿por qué?. El viento le dijo: - Porque estás tan delgadito que puedo hacer contigo lo que quiera. Entonces, dio un soplido y Julián apareció en lo alto de un árbol. - ¡Socorro!, ¡bájame!, dijo asustado. ¡Quiero volver a mi casa!. - ¡Ja, ja, ja!, se rio el viento. Bueno, está bien por hoy, pero otro día volveré a por ti para divertirme otro rato. Julián regresó a casa temblando de miedo y cuando su mamá le vio llegar, fue corriendo hacia él y le preguntó: - ¿Qué te ha pasado, cariño?. ¿Por qué estás asustado?. - Mamá, ha venido el señor Viento y soplando me ha llevado de un lado a otro. He pasado mucho miedo y me ha dicho que volverá. Su mamá le consoló y le dijo: - No volverá a ocurrir, pero tienes que hacerme caso. Hoy comerás un plato de lentejas y una naranja. - Pero, mamá, ¡no me gustan las lentejas!, ¡odio la fruta! - contestó Julián. - ¡No rechistes, hijo!, ¡pruébalo y verás como te gusta!. Julián comió todo lo que su mamá le había preparado. Descubrió que comer no era tan malo y que algunas cosas estaban muy sabrosas. En poco tiempo se puso alto y fuerte y ya no parecía un fideito. Una tarde, el señor Viento volvió, pero Julián no se asustó y le dijo: - ¡Anda, ven a por mí, si puedes!. El viento sopló y sopló, pero el niño ni se movió. Julián le dijo: - ¡Ya no soy débil y flacucho porque me alimento bien y como de todo!. Y entonces, el viento, al ver que ya no podía con él, se alejó y no volvió a molestarlo nunca más. |
lunes, 24 de marzo de 2014
Julián el fideito
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario