Había una vez un campesino que tenía doce gallinas, tres cerdos, un caballo y una pulga.
Le gustaban mucho todos sus animales menos la pulga: de vez en cuando le picaba y era muy molesta. En cambio, a la pulga le gustaba mucho el campesino, pues estaba caliente y tenía un sabor exquisito. La pulga era feliz.
Un día, el campesino tuvo una extraña idea: decidió lavarse. Y cuando la pulga vio el agua, se asustó muchísimo, dio un salto y aterrizó en un hormiguero. Las hormigas arrugaron la nariz.
- ¡Puaf, una pulga!. ¡Vete de aquí, gandula!.
"¿Por qué me llamarán gandula?", pensó la pulga mientras huía. Y saltando por el corral, se posó sobre la cabeza de una gallina.
- Buenos días, animal con plumas. ¿Puedes explicarme qué es una gandula?.
- ¡Tú eres una gandula! -cacareó la gallina-. No sirves para nada, modestas a los otros, vives de ellos. Yo, en cambio, pongo huevos para los campesinos. Largo de aquí, fuera de mi cabeza.
La pulga dio un salto y se coló en la pocilga de los cerdos.
- ¡Eh, tú, gandul!. ¡Despierta!. -gritó la pulga en la gigantesca oreja de un cerdo.
- ¿Gandul? -gruñó el cerdo-. ¡Yo no soy ningún gandul, que quede claro!. Y vete de aquí, que ya me has molestado bastante.
La pulga regresó entristecida al corral.
"Parece que soy la única gandula de esta granja". "Nadie me quiere. Mi vida no tiene ningún sentido".
La pulga entró en el establo y saltó sobre el caballo.
-¡Hola!-le dijo-. ¿Puedo ayudarte en algo?.
-Si quieres, puedes espantarme estas fastidiosas moscas- contestó el caballo.
La pulga se puso muy contenta. Por fin servía para algo. Pero había cientos de moscas y aunque saltaba de un lado a otro, no podía acabar con todas. La pulga estaba agotada.
"¡No sabía que servir para algo fuera tan cansado!", pensó.
En ese momento se le acercó un mosquito y le dijo:
-¿Se puede saber qué diablos haces?.
_Estoy cazando moscas -respondió la pulga-. Quiero servir para algo.
-¡Ja, ja, ja, una pulga que caza moscas! -rió el mosquito.
-No sé por qué te ríes -se quejó la pulga-. Primero, todos me llaman gandula, y ahora que trabajo, tú te ríes de mí.
-Es que nuestro cometido en el mundo es picar y morder a otros -dijo el mosquito-. Ven, vamos a cenar como es debido.
Y fueron hasta la casa a morder y picar el brazo del campesino. Y después de cenar, la pulga dijo satisfecha:
-Oye mosquito. Ya sé cuál es el sentido de mi vida: debo morder de vez en cuando al campesino para que no se olvide de lavarse.
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