sábado, 13 de julio de 2013
CUENTO ANDINO EL ZORRO Y EL CONDOR
Un zorro hambriento que andaba buscando dónde robar algo, vio a un cóndor que también está en los mismos apuros. El zorro le dijo al cóndor: -¿De dónde vienes, “Pachajilata”, hermano del espacio?...
El cóndor. Vengo de las altas cumbres del “Huenkasi”, cumbre que eternamente está cubierta de helada nieve, he bajado a buscar alimentos para resistir mejor el rigor del frio de las nevadas.
El zorro, se rió a carcajadas y le respondió burlonamente: Es raro que todo un Señor cóndor, llamado el Rey de las alturas no pueda resistir el frío. Yo, con ser un habitante de la llanura, me siento más fuerte que tú para soportar ese frio que tanto miedo te infunde, y para demostrarte con hechos, te desafío a permanecer durante una noche en la cumbre más elevada del “Huenkasi”.
El cóndor acepto el reto y ambos ascendieron el cerro. El cóndor se posesionó en la punta más elevada, tendió una de sus alas a manera de colchón y se acurrucó cómodamente. El zorro, por su parte igualmente tendió su traposa cola y se sentó frente al cóndor. Así comenzó la desigual apuesta.
No tardó en desencadenarse una terrible tempestad que son muy frecuentes en esas regiones.
El zorro, de primera intención, invocó a los “Achachilas” para que calmen sus iras, y desde el comienzo alegó que la apuesta no era con la tempestad, ni con los rayos, sino contra el frio únicamente.
Fuerte nevada, el cóndor sacude a menudo las alas para eliminar la nevada, de lo que protesta por segunda vez el zorro.
La apuesta, amigo mío, no está en sacudirse la nevada, sino en aguantarla, gritó el zorro, porque él estaba casi totalmente cubierto de nieve y sólo le aparecía la cabeza.
A la media noche, el cóndor preguntó: - “Kamaketu (zorrito)…- Condority- contestó el zorro. El segundo en preguntar fue el zorro. –“Tata condority, ¿janiti ttayjtma?... (Señor cóndor, ¿no tienes frio?)…El rey de los aires contestó:-No tengo frío, más bien estoy un poco fatigado por el calor.
Así transcurrieron las horas, el pobre zorro no podía soportar por más tiempo aquel mortífero frío, ya se sentía desfallecer, precisamente cuando el día empezaba a clarear. El zorrito había sucumbido victima de su vanidad.
El cóndor después de dormir un momento, preguntó por última vez: “Tiwulita” (zorrito) ¿sientes todavía frio?... El zorro ya no contesto, había pagado con su vida la desigual apuesta. Al poco rato el cóndor tenía un excelente desayuno con el cuerpo del zorro.
Fábula de fondo moral, la vanidad del “kamake” había sido duramente castigada por el cóndor. La moraleja que los campesinos deducen es la siguiente: “Jani jilamunañanimpimitisimti”, no te metas con los poderosos que siempre saldrás perdiendo”.
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