El
analfabetismo es un problema para cualquier país en desarrollo. El no
saber leer ni escribir puede colocar en situación de
minusvalía a las personas que no han aprendido estas habilidades
básicas, a ellos se dedica gran cantidad de programas que busca
insertarlos, de alguna manera, en el terreno de los alfabetizados.
Este es un problema que detectamos, analizamos e incluso buscamos
solucionar, pero mientras la cantidad de analfabetas disminuye, la
cantidad de analfabetas funcionales aumenta
considerablemente.
Los
analfabetas funcionales no están en un determinado estrato social, no
han carecido de educación ni están excluidos de las
universidades. Analfabeta funcional puede ser cualquier persona que,
a pesar de saber leer y escribir, presenta dificultades a la hora de
comprender textos escritos. Sí, ese muchacho que acaba de
ingresar a la universidad, esa joven secretaria que no ha terminado
el bachillerato porque le da flojera y el ingeniero mecánico que no lee
porque le da sueño, son analfabetas funcionales.
Algunas
estadísticas indican que la mayoría de la población sólo puede
comprender el 31% de los textos que lee, por lo tanto tiene
dificultades para aprehender y relacionar lo leído con sus
conocimientos previos. Lo mismo sucede a la hora de responder preguntas y
emitir opinión acerca de lo que leen. Esto, aparentemente no
es un problema porque somos fundamentalmente visuales y, a la hora
de comunicarnos, preferimos la oralidad antes que la escritura, pero
existen situaciones en las cuales el individuo es evaluado
por lo que lee y escribe, ¿cuántas veces hemos escuchado de personas
que son rechazadas en un empleo por no comprender adecuadamente alguna
pregunta de la planilla de solicitud?, ¿cuántas veces
nos hemos preguntado por el significado real del texto que estamos
leyendo?.
Son
muchos los factores que pueden incidir en el crecimiento desmesurado del
analfabetismo funcional en nuestro país, uno de ellos es la
preferencia por lo audiovisual antes que por lo impreso, es decir,
entre la televisión y el periódico, gana la televisión; entre la versión
fílmica de “El Señor de los Anillos” y los tres tomos
de la versión impresa, gana el film.
¿Qué
podemos hacer ante esta realidad?Mucho se ha dicho acerca de la necesidad de incentivar e incrementar el hábito de la lectura entre los niños y jóvenes, es decir, de alguna manera todos estamos conscientes de que el analfabetismo funcional es una realidad cotidiana e intuitivamente sabemos que la lectura de diferentes tipos de texto puede contribuir a disminuir los índices del mismo. Reconocer esto es el primer paso para determinar hasta qué punto estamos dispuestos a mejorar nuestros problemas de comprensión. No se trata de ser restrictivo, ni de juzgar o etiquetar a las demás personas, se trata de reflexionar y actuar en pro de una disminución del analfabetismo funcional , se trata de empezar por nosotros. Sólo la persona que reconoce sus limitaciones son capaz de buscar soluciones, mejorar e incluso incidir en los que le rodean.
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