Todos los animales la temían. Nadie quería discutir con ella, ni siquiera hablar con ella, ni tan solo dirigirle la palabra de tan quisquillosa como era.
Así se fue quedando sola y sin amigos.
Andaba todo el día enfadada consigo misma, hasta que un día en el colmo del enfado, sacó el aguijón venenoso y se lo clavó a sí misma.
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